Los tiburones son los seres más solitarios del mundo. Esto es porque saben cosas que nosotros gritamos para olvidar. Es una percepción mía. Que los veo tan estáticos, tan muerte inmediata, tan realidad suspendida en el océano. Aunque también creo que los tapires son lo que la naturaleza quiso hacer de los osos panda antes de comprender que serían osos, que serían panda, y asiáticos. Esto no tiene ningún tipo de conexión con un racionamiento taxonómico. Claro está.
Me falta paciencia con todo lo que no sea un animal o una planta. No aguanto la estupidez, la mía la primera. Hay quien hace propósitos para el año nuevo, y hay quienes lo vemos como el acto de un burócrata aburrido, lacio, como todos los burócratas, que ni siquiera comprende las repercusiones astronómicas de pasar de un número al otro. Y aunque un giro más de esta masa terrestre sea un hecho notorio, carece de importancia en un universo de supernovas, espacios abisales y distancias abrumadoras.
A veces los números tienen una utilidad. En el mayor de los casos, en cambio, son la cosa más absurda del mundo. La muerte del curioso, bisbiseos para los cotillas, el contratiempo de las ideas.
Los tiburones saben de esto. Los grandes blancos, los grupos de tiburones de arrecife, las masas migratorias de tiburones martillo, tan anclados a los campos magnéticos. Entienden que la poesía es un arma caliente, que una vez enfriada es solo otro pedazo de metal que no nos dice nada. Saben que los números no significan nada cuando los dientes se te caen a pares y ya están crecidos antes que los viejos toquen el fondo. Creo que son los seres más solitarios del mundo, los que mejor saben de números, del tiempo y las fórmulas que describen la órbita silenciosa de la Tierra. De cómo su núcleo controla cuanto crece en la superficie. Como un ojo maligno, o como la amable dictadura a la que nos tiene sometidos a cambio de darnos cobijo. Un tiburón, dos tiburones, cientos… ellos saben que es indiferente, que hay cuerdas, sinsentidos y mordiscos merecidos. Que hay poemas que son solo sangre en el azul. Incluso creo que entienden su propia extinción. Al menos eso espero, que los tiburones sean los seres más solitarios, pero también los más despreocupados. Por su bien, por las curvas que dicen que tiene la felicidad.
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