No se puede despedir lo que se queda. Almudena Grandes se ha ido demasiado temprano. No ha terminado noviembre. El otoño no ha acabado de romperse en hojas sueltas como la literatura que ella escribía no ha podido completarse. Y, sin embargo, el ciclo novelístico que ha escrito quedará como uno de los más importantes de nuestro tiempo. Como ocurre con Galdós respecto al siglo XIX, será difícil leer el siglo XX sin recurrir a las novelas de Almudena Grandes, fundamental en la narrativa del siglo XXI en lengua española.
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La madre de Frankesntein, «quinto episodio de una guerra interminable», fue su última novela, publicada en 2020, y bien le podía haber servido para revalidar el Premio Nacional de Literatura que recibiera en 2018 por Los pacientes del doctor García. Por su trama, estructura, lenguaje, la profundización en los personajes y en la España franquista y la del exilio; por el retrato de la locura de su protagonista como símbolo de la enajenación de ese periodo de nuestra historia, La madre de Frankenstein quizá es una de sus mejores obras y señala a una narradora en plena forma dispuesta a dar mucho más a sus lectores.
"Por eso es aún más difícil despedirla. Quien deja una huella deja una enseñanza. Quien deja una huella tan profunda como ella lega un magisterio"
En ello estaba, en ello se ha dejado la vida. Resulta admirable el compromiso que ha tenido Almudena Grandes con la escritura hasta en los momentos más duros de su enfermedad, sin cejar en su responsabilidad cívica a través de sus columnas ni con la ficción en el manuscrito en el que estaba trabajando. Resulta admirable morir con las botas puestas, sabiendo quien se es y ejerciéndolo con una coherencia plena hasta el final.
Por eso es aún más difícil despedirla. Quien deja una huella deja una enseñanza. Quien deja una huella tan profunda como ella lega un magisterio, una determinación inapelable por la literatura y por la vida. Cuando miremos atrás, Almudena Grandes seguirá escribiendo un último episodio que siempre quedará pendiente ante nuestra perplejidad y agradecimiento, que la seguirá esperando.
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