Es de sobra conocido el vasto legado que los romanos nos dejaron. Podemos mencionar las obras de ingeniería, la organización administrativa, la logística para permitir que fuese posible vivir en ciudades de miles de habitantes, la popularización de las representaciones teatrales, los espectáculos que permitían a los ciudadanos disfrutar del ocio, las escuelas de pensamiento y filosofía, etc. De toda la herencia que nos han dejado prevalece el Derecho Romano, a día de hoy vigente con un vigor y una fuerza igual que hace más de veinte siglos. Nuestro concepto de la Justicia, sobre la que se fundamenta la convivencia y se articulan los elementos que arbitran la vida cotidiana, se basa en muchas de las leyes y principios que los romanos fueron legislando a lo largo del tiempo en que fueron los dominadores del mundo alrededor del Mediterráneo. Hoy en día permanecen cientos de figuras jurídicas, muchas de las cuales, con actualizaciones, siguen vigentes. Tiene tal importancia el Derecho Romano que a día de hoy los estudiantes universitarios de leyes continúan estudiándolo para comprender el origen de la Justicia, siendo el lenguaje jurídico el último reducto donde el latín, idioma del imperio Romano, aún se emplea, pues el lenguaje legal está lleno de expresiones latinas.
La historia se desarrolla en los tiempos posteriores a la guerra civil que enfrentó a Sila contra Mario. Es una Roma caótica, sometida al terror, en donde los partidarios de Sila, vencedor de la guerra, forman un ejército represor que se dedica a purgar a los posibles enemigos del dictador. Bajo este régimen de terror y violencia, en donde la vida vale poco, se producen a diario acontecimientos a cuál más feroz y sangriento.
En el año 673 ab Urbe condita (desde la fundación de Roma), que corresponde con el año 80 a.C., se producen en Roma una serie de asesinatos en diversas fechas y distintos lugares de varios hombres y mujeres, entre los cuales se encuentran dos prominentes figuras de la vida romana: Marco Vilio Cincio, comerciante de éxito, llamado a ocupar un lugar en el senado, y Sexto Roscio, querido y apreciado por sus vecinos, miembro del senado de la ciudad de Ameria. Del primer asesinato no se sabe nada: todos han muerto o desaparecido, no existen testigos conocidos ni presuntos culpables. Del asesinato de Sexto Roscio, su hijo, de igual nombre, es acusado de parricidio por sus primos.
Estos asesinatos ponen en marcha a las familias y a los hombres más poderosos de la Roma del año 80 a.C. con objeto de aclarar lo sucedido, para lo que Marco Licinio Craso, el hombre más rico de Roma, encarga a su investigador de confianza, el ex centurión Tito Anio, que encuentre a uno de los posibles testigos del asesinato de Marco Vilio Cincio. Por otro lado, las poderosas familias Escipión, Mesala y Metelo, con el apoyo de la virgen vestal y sacerdotisa del templo de la diosa Juno, Cecilia Metela Baleárica, deciden proteger a Sexto Roscio (hijo), cuyo padre siempre fue un apreciado cliente de la familia Metelo. Buscan un buen orador, pues son conscientes de que es casi más importante el abogado que la verdad misma. Lo encuentran en el joven Marco Tulio Cicerón, en el que prima su amor a la ley y a la verdad, sabiendo que ellos, como reputados miembros de familias patricias, necesitan un abogado que llegado el momento le interese más perseguir la verdad que la victoria. Al mismo tiempo las fuerzas vivas y facciones de Roma, incluido el hombre de Craso, Tito Anio, buscan a los posibles culpables de los asesinatos. Cicerón da comienzo a la tarea de desentrañar el enrevesado caso y, a medida que va conociendo los entresijos del caso, tiene que ir desplegando todo su ingenio para averiguar lo ocurrido, ya que se da cuenta de que la verdad, a no ser que él lo evite, llegará a estar ausente del proceso. Lucha con todo su talento para que los conocedores de lo ocurrido le cuenten lo que saben y demostrar la inocencia del acusado para que vuelva a ser dueño de su destino. Cicerón, a lo largo del procedimiento, va dando una clase sobre derecho procesal, vigente en el siglo I a.C., valorando el caso y al cliente, preparando la estrategia legal y la manera de actuar ante el tribunal, persiguiendo la verdad y comprometiéndose, a pesar de los riesgos que a veces tiene, a no perderla nunca de vista.
Todas las tramas que se configuran alrededor de los dos protagonistas conforman una historia de esa Roma en donde hay un maniqueísmo extremo. Hay, por un lado, honor, lealtad, amistad y gratitud; por otro, traiciones, complots, venganzas, luchas intestinas por el poder, abusos, etc. En tres palabras: una de romanos.
Stefano De Bellis y Edgardo Fiorillo son capaces de contar de manera impactante un proceso que en realidad ocurrió y que el propio Marco Tulio Cicerón escribió en su discurso legal en el 80 a.C., y tituló Pro Roscio Amerino (En defensa de Sexto Roscio Amerino). Este proceso logró que, a partir de ese momento, Cicerón fuese conocido, y diese inicio a una fulgurante carrera que lo convirtió en una de las mejores mentes que dio el mundo romano, pues destacó como filósofo, político, abogado, escritor y orador.
La resolución que plantean De Bellis y Fiorillo es sorprendente, en la que tanto Tito Anio como Cicerón buscan, de manera independiente y sin conocerse, la verdad, para recibirla con los brazos abiertos. Invito al lector a leer el libro para conocer la sentencia y el desenlace que la estructura argumental plantea y disfrutar leyendo la introducción, el nudo y el desenlace de un hecho histórico magníficamente narrado en esta novela histórica magníficamente titulada El derecho de los lobos.
Para terminar de la misma manera con que he dado comienzo, me remito al Derecho Romano y al principio utilizado por Cicerón para finalizar el juicio: Cui prodest? Cui bono? (¿quién se beneficia?), para que, en el caso de encontrar la respuesta de quién o quiénes son los beneficiarios del delito, esta permita llegar a conocer al delincuente. Marco Tulio Cicerón termina el juicio afirmando: “¡Aquí tenemos la justicia de Roma!”.
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Autor: Stefano De Bellis y Edgardo Fiorillo. Traductor: Carlos Gumpert. Título: El derecho de los lobos. Editorial: Alfaguara. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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