En mi carrera de investigador de técnicas de hacking, durante unos años me dediqué a jugar con los metadatos. Los datos sobre los datos. Esos retazos de información que se quedaban ocultos, perdidos u olvidados dentro de los archivos ofimáticos que creamos, enviamos por e-mail, publicamos en la web o dejamos al alcance de otros sin preocuparnos de qué hay guardado en ellos.
El nombre con que bautizamos a nuestra herramienta, la FOCA, tenía mucha gracia, sobre todo en USA, ya que el acento que gastan los que por allí viven daba para hacer cantidad de juegos y chistes de palabras aprovechándonos de la pronunciación que ellos tienen de foka, tales como “I FOCA you!”, “Mother FOCA!”, “Fear the FOCA!”… Como podéis ver, el eslogan también daba para que fuera un juego de palabras y nosotros poner cara de ser españoles que “no se habían dado cuenta de cómo podía sonar en inglés” eso de FOCA.
Pero basta ya de esa historia, que solo era para hablar de metadatos e introducir meta como prefijo. En nuestro caso, la metainformación o los metadatos tienen el sentido de ser información sobre la información, o datos sobre los datos, algo que se aproxima perfectamente a la definición que encontramos en el Diccionario de la RAE, donde se referencia que el uso de ese prefijo, “meta”, significa que ese algo significa, está construido o tiene su existencia como una referencia “acerca de” otro algo. Datos acerca de los datos. Información acerca de la información.
Vamos, que el Metaverso bien podría haber sido algo que versara de un verso, pero no. No es esa, en este caso, la definición que tenemos en mente los que llevamos leyendo y escuchando sobre este “nuevo mundo digital para unirlos a todos” que se nos avecina y que llegará dentro de unos años. Metaverso no se ha construido uniendo el prefijo «meta» a la palabra «verso», sino que es una unión de «meta» y «universo», pero siguiendo la tradición de nombrar cosas en inglés fusionando palabras, como ya se hizo con la International Net para que naciera “Internet” o con Weblog para que se quedara en “Blog”. De igual forma acabamos con el nombre de Metaverse o Metaverso, que es como llamamos en español a este nuevo concepto de universo digital inmersivo para unirlos a todos.
No hay que confundirlo con el Multiverso, que eso es otra cosa que viene de la fusión de las palabras «múltiple» y «universo». Y que habla de otra cosa. El Multiverso es la posibilidad de que existan múltiples universos separados y, mayormente, disjuntos, donde podemos vivir diferentes vidas y ser diferentes personas, en diferentes mundos. Algo que, si has sido lector de cómics, sabrás que es muy utilizado por los guionistas de las aventuras, donde eligen en qué universo tienen lugar sus aventuras.
No es lo mismo el Universo 2099 de Marvel Cómics, una rareza de hace muchos años de la que me confieso fan total y admirador, que el Universo Ultimate, donde los Ultimate X-Men o los Ultimate Fantastic Four son totalmente diferentes. Y cómo no citar el Universo 1602, donde los héroes son protagonistas de historias únicas en el siglo XVII; o mi favorito, el Universo Noir, para los amantes de las novelas negras a principios del siglo XX.
De estos mundos, de este multiverso —preparaos, que se nos viene avalancha de películas con el multiverso en el centro—, nuestros amigos Carlos Pacheco —que, por cierto, estuvo este fin de semana de cumpleaños y lo quiero felicitar— Salva Espín y Salvador Larroca —que lleva 30 años dibujando en Marvel Cómics— pueden contarnos muchas anécdotas, pues han tenido que dibujar héroes en casi todos los universos del multiverso conocido.
De igual que en el mundo de los cómics hablemos de ese multiverso físico: en el mundo digital solemos llamar «multiverso» a la miríada de mundos digitales donde existimos, en todos ellos con una identidad que puede ser real o ficticia, la misma o diferente, con fotografía o con avatar más complejo, con nuestra —más o menos— definida personalidad. Como muchos de vosotros, tengo identidades en muchos universos diferentes. En diferentes redes sociales, con diferentes personalidades y para diferentes objetivos. No soy la misma persona en el universo LinkedIn que en el universo Twitter, ni por supuesto el mismo en Minecraft, Fortnite o cualquiera de los otros mundos digitales que existen dentro del multiverso.
Sin embargo, desde hace muchos años, todos buscamos la construcción del Metaverso, un universo digital para unirlos a todos, para que puedas ser tú y desde él acceder a todos los universos digitales habidos y por haber, de la manera más inmersiva posible, y siendo tú el que eliges tu avatar en cada momento.
Probablemente cuando oigas hablar de esto te venga a la cabeza algo como Second Life o el famoso juego de los SIMS, pero ni es así ni deja de ser así, porque se supone que en el metaverso caben y cabrán todos, conectados entre sí, y podrás ir, una vez conectado al Metaverso, accediendo a todos los mundos y universos digitales que se creen. Vamos, como cuando nos conectamos a Internet y podemos ir a miles de lugares distintos para disfrutar miles de experiencias, pero ahora buscando que sean mucho más inmersivas e, incluso, conectadas con el mundo físico en determinados lugares, sacando partido de toda la evolución tecnológica que hemos ido construyendo: el Internet de las cosas, la realidad aumentada, la realidad virtual, la nanotecnología, los nuevos materiales conductivos, la hiper-conectividad, el big data, las criptomonedas, los equipos de alta resolución, la evolución de la inteligencia artificial, etcétera.
Según escribo esto me emociono, porque es tal la acumulación de tecnología que hemos ido creando y acumulando que parece que ha llegado el momento de convertir la red de comunicaciones en un gran nuevo mundo digital al que conectarse con mayor o menor medida de inmersión, para disfrutar las nuevas experiencias, las nuevas economías, los nuevos negocios, las nuevas formas de diversión.
Este nuevo Metaverso del que hablamos busca hackear la forma en la que vivimos hoy en día como sociedad, y recuerda mucho al descrito en el libro de Ready Player One, que se convirtió en una película magníficamente entretenida de Steven Spielberg donde el protagonista —mira tú que coincidencia— fue el actor Tye Sheridan, quien también fue —agárrate que viene la coincidencia curiosa— Scott Summers, Cíclope de X-Men, en uno de los universos de los mutantes.
En esa historia se habla de los avatares y de la consecución de objetos únicos que solo existen una vez dentro de todo el universo, lo que en nuestro mundo de realidad se llaman NFT u objetos digitales que tienen un único dueño y que solo podrán existir una única vez en el metaverso. Es decir, objetos que pierden una de las capacidades más poderosas del mundo digital —la copia múltiple— para obtener una propiedad del mundo físico —solo puede existir uno—. Maravilloso.
Lo cierto es que no soy muy aficionado a la inmersión 3D, ni soy muy activo en mundos virtuales —ni de juegos ni de otras experiencias más sociales—, pero es que me siento atraído hacia este metaverso con vértigo. Atraído hacia lo desconocido, de lo que tanto he leído en mi vida. Un metaverso que integrará todos los multiversos. Donde podremos hacer todo lo que queramos, necesitemos y apetezca.
Es como estar esperando la llegada de la realidad —tarde— a lo que ya leí en la novela Snow Crash, de Neil Stephenson —os la recomiendo más que encarecidamente—, donde se usaba por primera vez el término avatar. Una novela de lo que se llamaba cyberpunk en aquel entonces, pero que se convertiría más pronto que tarde en lo que se nos empieza a venir encima. Me encantó el libro, y me inspiró durante mucho tiempo.
En esta novela también había otra propiedad del mundo físico. Si moría tu avatar tú podías morir también, así que si seguimos trayendo propiedades del mundo físico al mundo virtual podríamos llegar a traer estas cosas. De hecho, también nos podríamos conectar con interfaces mente-ordenador al mundo digital, como se contaba en la novela Interface, también de Neil Stephenson, que luego nos llevaría a Matrix. Y claro, en el Metaverso también pueden vivir seres peligrosos, que sean pura Inteligencia Artificial y que solo puedan ser matados desde el mundo físico, que se vuelvan maliciosos, como el Daemon de Daniel Suárez, que mata desde el mundo virtual a un mundo físico que somete.
Apasionante.
Pero, de momento, vamos a tener que traer al Diccionario de la Real Academia Española los términos Metaverso y Multiverso, que por ahora no los tenemos, y nos hacen ya mucha falta. Nos vemos en un rato ¿largo?, tomando unas jarras de grog en el bar de Zenda en el Metaverso, que tendremos que inaugurar juntos en todo el multiverso.
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