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Todos los demonios de Luis Roso - Zenda
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Todos los demonios de Luis Roso

(En un artículo de septiembre de 2020, Alberto Olmos, colaborador de Zenda, decidió escribirse él mismo en su periódico la reseña del libro que acababa de publicar. Siguiendo su ejemplo, esta es la entrevista que Luis Roso se haría a sí mismo con motivo de la publicación de Todos los demonios). *** —Dices que no...

(En un artículo de septiembre de 2020, Alberto Olmos, colaborador de Zenda, decidió escribirse él mismo en su periódico la reseña del libro que acababa de publicar. Siguiendo su ejemplo, esta es la entrevista que Luis Roso se haría a sí mismo con motivo de la publicación de Todos los demonios).

***

La entrevista tiene lugar una calurosa tarde de octubre de 2021 en una cafetería de Moraleja (Cáceres), donde tiene su residencia el autor, que acude a la cita puntual y pide un café solo, aunque son más de las seis de la tarde. Lo primero que hace es disculparse por si acaso lo noto cansado y con poca agilidad mental, ya que dice que esa mañana ha tenido clase en el instituto (es profesor de Lengua) y luego ha pasado un par de horas aporreando teclas en el ordenador. «Entre el curro y los libros, no doy abasto», remacha, sentándose.

—Dices que no das abasto, y no me extraña. Tienes 33 años, esta obra que sacas ahora, Todos los demonios (Alrevés), es tu cuarta novela, y además de tu trabajo en el instituto, eres el organizador del festival de novela Gata Negra. Yo me agoto solo de pensarlo.

—Cierto, menos por una cosa. Todavía me falta un mes para cumplir los 33 años.

—Peor me lo pones… ¿Cómo consigues organizarte para abarcarlo todo?

"Todos los demonios es la cuarta novela que publico en cinco años, así que yo diría que sí, que escribo rápido"

—No lo sé. Supongo que todo es cuestión de aprovechar bien el tiempo. En realidad soy bastante desorganizado, no me gusta tener un horario fijo. Pero eso me supone estar todo el santo día dándole vueltas a todo, sin desconectar apenas, siempre disponible para lo que sea. Lo bueno es que soy bastante resolutivo. Hago las cosas con rapidez.

—¿También escribes con rapidez?

—Como acabas de decir, Todos los demonios es la cuarta novela que publico en cinco años, así que yo diría que sí, que escribo rápido. Además es un tocho de 440 páginas. Ahí es nada.

—¿Cuánto tardaste en escribirla?

—El primer borrador del manuscrito no demasiado. Entre diciembre de 2019 y junio de 2020. Aunque luego, claro, hubo que hacerle alguna revisión.

—Entonces, la escribiste mayormente durante el confinamiento.

—Sí. Nos confinaron cuando llevaba escritos apenas unos capítulos, y pude aprovechar el tiempo en casa para terminarla antes de lo que pensaba. Si no, seguramente no la habría terminado hasta el otoño de 2020, que era la idea. En este caso la pandemia me trastocó el plan de escritura que tenía, pero para mejor, porque pude adelantarlo.

—¿Dirías que como escritor te vino bien la pandemia?

"Tras mi segunda novela cambié de editorial y hasta de domicilio, porque me fui de Madrid después de cuatro años viviendo allí"

—No, no. Una pandemia nunca viene bien. Es cierto que la pandemia me sirvió para terminar Todos los demonios en un tiempo récord, pero se cargó toda la promoción de mi novela anterior, Durante la nevada. Esa la publiqué en octubre del 2020, así que imagínate. Todas las presentaciones que tenía apalabradas se fueron cancelando una tras otra a causa de los cierres perimetrales, y la novela tuvo mucho menos recorrido del que quizá hubiera merecido. Solo me dio tiempo a presentarla aquí, en mi pueblo, y se acabó. Y me dio mucha rabia, porque era la primera novela que publicaba que no estaba protagonizada por el inspector Ernesto Trevejo. Era como un salto al vacío, y casi me estampo contra el suelo.

—Durante la nevada es un standalone, como se dice en el cine, ¿no?

—Sí. Después de publicar dos novelas protagonizadas por el mismo personaje, quería pegarle un giro a mi carrera. Además, tras mi segunda novela cambié de editorial y hasta de domicilio, porque me fui de Madrid después de cuatro años viviendo allí, así que el giro vital fue completo.

—Pero ahora vuelves a las andadas con Todos los demonios, que es la tercera aventura de Trevejo…

—No me quedaba otra que volver. Los lectores me lo pedían todo el rato, y yo lógicamente le tengo cariño al personaje. No podía abandonarlo tan pronto.

—Entiendo, por tanto, que no te costó mucho retomarlo.

—No, en absoluto. Fue como visitar a un viejo amigo.

—¿Esta tercera aventura es independiente de las dos anteriores? ¿Se podría leer antes que las otras?

"Trevejo es un policía en el Madrid de mediados del siglo XX, y los fugitivos nazis campaban a sus anchas por esa ciudad en esa época. Tarde o temprano, Trevejo iba a tener que investigar algún caso que tuviera que ver con ellos"

—Sí. Es una novela independiente de las anteriores, que puede leerse sin haber leído nada del personaje. La idea es que sea una saga de novelas protagonizadas por el mismo inspector, pero sin que tengan una continuidad exacta entre ellas. Más allá de algunos guiños a los lectores, todas las aventuras de Trevejo son independientes entre sí.

—Aunque todas se ambientan en plena dictadura, en los años 50 del siglo pasado.

—Bueno, esta en concreto se ambienta en 1960. Pero sí, de momento Trevejo sigue siendo un policía en la dictadura franquista. Y probablemente le quede todavía mucho tiempo de serlo.

—En Todos los demonios, Trevejo se ve envuelto en una historia que gira en torno a los criminales nazis ocultos en España. ¿Cómo se te ocurrió meterlo en semejante jaleo?

—Yo diría que cayó por su propio peso. Como decimos, Trevejo es un policía en el Madrid de mediados del siglo XX, y los fugitivos nazis campaban a sus anchas por esa ciudad en esa época. Tarde o temprano, Trevejo iba a tener que investigar algún caso que tuviera que ver con ellos. Por ejemplo, la Dirección General de Seguridad, que es donde trabaja, está a un paso de la oficina que tenía allí el famoso héroe nazi Otto Skorzeny.

—Por cierto, Skorzeny es uno de los personajes reales que se pasea por la obra. Lo mismo que en la anterior aventura de Trevejo, Primavera cruel, lo hacía un tal Federico Sánchez, seudónimo bajo el que se escondía Jorge Semprún. ¿Dirías que te has especializado en esto de mezclar realidad y ficción?

—No sé si tanto como eso. Me gusta incluir algunos personajes reales a mis obras para darles verosimilitud. También incluir hechos o noticias que estaban de actualidad en esos años. Se trata de crear un contexto que resulte creíble al lector.

—¿Cómo te documentas para hacerlo?

—Principalmente a través de libros y periódicos de esa época. No es un trabajo muy complicado, creo, pero sí laborioso.

Todos los demonios arranca fuerte, con el descubrimiento del cadáver del director del Instituto Goethe de Madrid, desnudo y torturado en su despacho. La víctima tiene ciudadanía alemana y además es judía. ¿Qué se va a encontrar el lector a partir de ahí?

"Me gusta mover a los personajes de un ambiente a otro, sobre todo de entornos urbanos a entornos rurales. Supongo que tiene que ver un poco conmigo, porque yo también me muevo a menudo de la ciudad al pueblo"

—Pues como decías antes, una historia de secretos en torno a los criminales nazis refugiados en España. Aunque también tendrán presencia los servicios secretos de algunos países. Digamos que el asesinato de ese hombre ya se suponía que iba a ser complicado de resolver, pero Trevejo no se podía imaginar hasta qué punto.

—Al leerla, uno puede tener la impresión de que más que de una novela negra, de detectives, se trata de una novela de espías, ¿no te parece?

—Un poco sí. Esa era mi intención, al menos. Mezclar ambos géneros. El Madrid de los años 50 y 60 daba pie para ello. Desde la Guerra Civil, era una ciudad por la que pululaban no solo fugitivos nazis, sino espías de todas nacionalidades. Madrid era la capital de un país que había sido aliado de Hitler, pero que en la Guerra Fría pasó a ser aliado de los Estados Unidos y el epicentro de muchos intereses geopolíticos, como lo demuestra la visita de Eisenhower a España en 1959.

—Sin embargo, no toda la historia ocurre en Madrid. Hacia la mitad de la novela, los personajes abandonan la ciudad…

—Sí, es algo que me gusta hacer en mis novelas. Me gusta mover a los personajes de un ambiente a otro, sobre todo de entornos urbanos a entornos rurales. Supongo que tiene que ver un poco conmigo, porque yo también me muevo a menudo de la ciudad al pueblo. Yo soy más rural que urbano, pero me fascinan las grandes ciudades, como Madrid o Barcelona. O las otras ciudades que aparecen en esta novela, y que no vamos a desvelar aquí.

—Pero podemos desvelar al menos que una de esas ciudades no es española.

—Bueno, eso sí.

—Háblame un poco del protagonista, Ernesto Trevejo. Por cierto, se llama así porque tus abuelos eran de ese pueblo, ¿no? Trevejo, en la Sierra de Gata.

—El pueblo en realidad es Villamiel. Trevejo es una pedanía que le pertenece, con un castillo en ruinas. Un paisaje impresionante. El personaje se llama así como homenaje a mis raíces.

—Y también Ernesto Trevejo tiene raíces extremeñas, o eso se decía en alguna novela anterior.

—Sí, pero lleva tantos años en Madrid que ya es un urbanita total, al contrario que yo.

—¿Por qué no incluyes más referencias al pasado del inspector Trevejo en tus novelas? Esta es la tercera, y por lo que recuerdo, su pasado sigue siendo un misterio.

—Meto alguna pincelada aquí y allá, y con eso vale. Prefiero que el personaje se vaya creando en la mente del lector a través de lo que hace y lo que dice, sin necesidad de que se conozca todo su pasado. Puede parecer incongruente, pero yo creo que así el personaje se hace más redondo.

—Seguro que ya te lo han preguntado más de una vez, pero, ¿qué hay de Ernesto Trevejo en ti?

"Si me pongo a pensar, posiblemente tenga unos cuantos. Pero mis demonios son míos, y tampoco es cuestión de airearlos por ahí. Prefiero guardármelos"

—Me lo han preguntado muchísimas veces, y siempre digo lo mismo: Trevejo y yo somos muy distintos. A mí la gente me percibe como una persona más bien seria, aunque en el fondo soy bastante dado a la ironía y a la broma. Lo que pasa es que soy de mecha corta, y me enciendo enseguida con algunos temas que me tocan la fibra, y me pongo en plan crítico y pedante a dar lecciones con el ceño fruncido. Trevejo es también irónico, mucho más que yo, pero él no tiene esa vena crítica. A él le ha tocado en suerte vivir en una dictadura y lo lleva como buenamente puede. No es un adicto al franquismo, pero es policía del Régimen, con todo lo que ello conlleva. No podría ser policía en esa época y tener un compromiso político o social. O al menos no podría hacerlo público.

—No es un idealista, ni tampoco lo que se dice un rompecorazones, como algunos detectives de otras sagas. Pero tiene sus aventuras amorosas. ¿Has pensado en buscarle novia formal y casarlo?

—Todavía no. Aunque se le está empezando a pasar el arroz. En esta novela tiene ya 39 años.

—¿Sería este uno de los demonios que atormentan a Trevejo, el irse haciendo mayor y no haber encontrado el amor de su vida?

—No lo creo. Y tampoco creo que le preocupe en exceso.

—Como no conocemos el pasado de Trevejo, no conocemos cuáles son sus demonios. Pero, ¿y los tuyos? ¿Cuáles son los demonios de Luis Roso?

—Quién sabe. Si me pongo a pensar, posiblemente tenga unos cuantos. Pero mis demonios son míos, y tampoco es cuestión de airearlos por ahí. Prefiero guardármelos.

—Como dijo Chesterton en la cita que usas para abrir el libro: «Soy un hombre, y por tanto tengo todos los demonios dentro de mi corazón». ¿No es eso?

—Sí. Eso es exactamente.

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Autor: Luis Roso. TítuloTodos los demoniosEditorial: Alrevés. Venta: Todos tus librosAmazonFnac y Casa del Libro.

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Luis Roso

Luis Roso (Moraleja, Cáceres, 1988) es un novelista de género negro. Entre sus obras destaca la serie protagonizada por el inspector de policía Ernesto Trevejo, ambientada en la dictadura franquista. Es licenciado en Filología Hispánica e Inglesa, y actualmente trabaja como profesor de secundaria en Castilla y León. @_LuisRoso

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