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Sócrates, el sabio que "no" sabía nada - Zenda
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Sócrates, el sabio que «no» sabía nada

Aunque no escribió una sola línea, su saber se ha desparramado por todo el mundo desde los tiempos de la Grecia clásica hasta nuestros días. Sus discípulos y seguidores, Platón y Aristóteles entre otros, también Antístenes, Aristipo y Esquines, se encargaron de que no se perdiera una sola de sus palabras, de que llegaran hasta...

Aunque no escribió una sola línea, su saber se ha desparramado por todo el mundo desde los tiempos de la Grecia clásica hasta nuestros días. Sus discípulos y seguidores, Platón y Aristóteles entre otros, también Antístenes, Aristipo y Esquines, se encargaron de que no se perdiera una sola de sus palabras, de que llegaran hasta nosotros intactas sus enseñanzas. Su importancia fue tan grande que a los filósofos anteriores a él se los denomina como presocráticos.

¿Quién fue Sócrates?

Sócrates vivió en la ciudad de Atenas en el siglo V a.C., conocido como el «Siglo de Pericles», uno de los periodos más importantes de la historia de Grecia, en el cual tuvieron un desarrollo excepcional la escultura, la arquitectura, la literatura y, por supuesto, la filosofía. Durante este siglo de oro ateniense también comenzaron muchos avances sociales encaminados a ayudar a campesinos y ciudadanos sin recursos.

"Tanto Pericles como Sócrates quedaron prendados de esta mujer a la que se llegó a acusar de ser la causante de las Guerras del Peloponeso"

Con Pericles compartió época y también amores. Aspasia de Mileto —Diotima en El banquete de Platón— fue una de las mujeres más importantes de la civilización helena. Sobre Aspasia hay muchas teorías, pero, como ocurre con la vida de Sócrates, pocas fuentes para poder realizar afirmaciones de peso. Algunos historiadores especulan con la posibilidad de que fuese una hetaira —cortesanas que gozaban de una preparación intelectual excepcional—, y que llegó hasta Atenas para buscar un matrimonio con un aristócrata. Tanto Pericles como Sócrates quedaron prendados de esta mujer a la que se llegó a acusar de ser la causante de las Guerras del Peloponeso, en las que el filósofo luchó —compartiendo armas con Alcibíades, el sucesor de Pericles— y que supusieron el fin de la hegemonía de Atenas en el Mediterráneo. A ella se le atribuye la autoría de la famosa oración fúnebre, el conocido como mejor discurso de la historia, que recitó Pericles,

Sobre su formación hay más especulaciones que certezas. Se piensa que fue discípulo de Anaxágoras, y que entró en contacto con los postulados de Parménides y Jenófanes, así como de la escuela de Pitágoras. Compartió años con Platón, su discípulo, que entregó a la posterioridad una visión idealizada de su maestro en su obra Diálogos. También el historiador Jenofonte fue contemporáneo suyo, y el dramaturgo Aristófanes  —autor de Lisístrata—, que dio una versión más mundana y populista de Sócrates en su obra Las nubes.

¿Cuáles eran las bases del pensamiento de Sócrates?

Sócrates no dejó nada escrito, pero su legado es universal y reconocido. Al ser sus citas apócrifas en muchas ocasiones, y beber solo de textos de discípulos como Platón, no hay posibilidad de contrastar su rigor. Su mayor aportación a la filosofía fue cambiar el centro de atención. Hasta entonces la cosmología atraía la atención de los pensadores. Con él hay un cambio: ahora el hombre es lo importante, nace el antropocentrismo. El conocimiento y la sabiduría son las bases de su pensamiento, junto con la virtud y la búsqueda de la felicidad.

"La mayéutica fue la gran herencia de Sócrates. Con ella enseñaba y también rebatía a los sofistas"

Sócrates combatió a los sofistas con sus propias armas, siendo confundido en ocasiones con uno de ellos. Los sofistas utilizaban una retórica discursiva para alcanzar la sabiduría. Protágoras fue uno de sus máximos exponentes. Estos filósofos eran viajeros, entraron en contacto con otras culturas, enseñaban —fueron los primeros en cobrar por ello— a ser buenos ciudadanos y a triunfar en la política. Este conocimiento de otras sociedades les reafirmó en su escepticismo y relativismo, por el que fueron demonizados por Platón. Durante muchos siglos la percepción que se tuvo de ellos fue muy negativa, hasta que fueron reivindicados por pensadores como Nietzsche. Los sofistas, como Sócrates, ponían el foco en el hombre y la sociedad.

La mayéutica fue la gran herencia de Sócrates. Con ella enseñaba y también rebatía a los sofistas. El sabio griego recorría plazas buscando su público, pero no se limitaba a dar un discurso, a practicar un ejercicio de retórica: él se dedicaba a interrogar, preguntar, para conseguir que sus interlocutores mostrasen sus errores y acabasen afirmando lo que desde un principio les estaba sugiriendo. Sócrates hacía de comadrona, ayudaba a sus espectadores a que diesen a luz por sí mismos. Su sabiduría se cimentaba en la conocida frase «solo sé que no sé nada». Sócrates desmontaba las ideas preconcebidas de su oyente con preguntas. Una vez admitida la ignorancia, era el momento de empezar a construir para llegar al conocimiento.

Cómo murió Sócrates

Sócrates vivió 70 años. Tuvo una juventud dedicada a la vida militar, tras la cual pasó a disfrutar de un retiro que le permitió dedicarse a la filosofía. Sócrates fue venerado por Platón, y por el discípulo de este, Aristóteles. Tuvo amistades con los grandes hombres de la política y la milicia de Atenas. Sin embargo, su final fue terrible.

Al filósofo ateniense sus enemigos le acusaron de impiedad y de corromper a la juventud. Pero la causa de su condena fue la oposición a la tiranía de Critias. Fue condenado a beber cicuta, un poderoso veneno que acabó con su vida. Esta escena queda reflejada en la obra de Platón Fedón, aunque su discípulo no pudo estar con él en ese triste momento por encontrarse enfermo. La muerte por cicuta era muy dolorosa, sin embargo, los testimonios sobre su suicidio —inducido— hacen creer que pudo ser mezclada con algún opiáceo para evitar el sufrimiento.

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Miguel Ángel Santamarina

Nací en Burgos, y ahora vivo bajo las palmeras de Almuñécar. Estoy prisionero en Zenda desde sus comienzos. No me canso de darle a la tecla. En breve, publico un libro de historia, mientras le sigo dando vueltas a mi primera novela.

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