A medida que pasa el tiempo son más las voces que reconocen que el acervo histórico de España es único y sin par. Patrimonio del que debemos sentirnos orgullosos, por lo que nuestros antepasados han sido capaces de realizar en los últimos dos mil años. Son muchos los escritores de novelas históricas que, hoy en día, se dedican a investigar y documentarse para sacar a la luz episodios destacados de ese inmenso caudal histórico común, realizando novelas con un riguroso contexto histórico, dotando a la narración de los elementos necesarios de ficción para construir obras entretenidas que tengan la carga de emoción necesaria para atrapar al lector.
Pelayo no es un protagonista de la Historia del que se hayan escrito muchos libros. Por este motivo, es indudable que la obra de José Ángel Mañas (Madrid, 1971) titulada ¡Pelayo! adquiere valor y va ayudar a dar a conocer al primer personaje épico de la historia de España, o «Spania», como le gusta llamarla al autor.
Pelayo tiene una genealogía acorde con el personaje histórico en que se convertirá. Su padre fue el duque Favila, par de la nobleza visigoda, que gobernó en el noroeste de la Península en los finales del siglo VII, principios del VIII. Pelayo era sobrino del último rey visigodo, Don Rodrigo, siendo jefe de la guardia personal del rey, con el título de “conde espatario”. Era descendiente, en línea directa, de los reyes godos Recesvinto y Chindasvinto. Combatió al lado de su rey en la batalla de Guadalete. Al resultar derrotado el ejército del rey, Pelayo se encarga de poner a salvo a un herido Don Rodrigo y a la familia real, refugiándose en la antigua Augusta Emérita, capital que fue de la provincia romana de Lusitania. Cuando es inevitable la toma de la ciudad por parte del ejército musulmán, la reina Egilona, consorte de Don Rodrigo, le hace depositario de los símbolos del poder del Reino Visigodo y de las sagradas reliquias de Santa Eulalia, Patrona del Reino, ordenándole que se ocupe de ocultarlas, junto con otras reliquias, fuera del alcance de las tropas moras. Ante el avance imparable de las huestes invasoras decide, junto al grupo de partidarios que le acompañan en su huida, refugiarse en las tierras de los Astures, en el norte de la Península, al abrigo de los montes de la cordillera Cantábrica, tierra de donde procede y que conoce a la perfección.
Todos los datos biográficos citados por José Ángel Mañas en su libro ¡Pelayo! aparecen recogidos en las diversas fuentes conocidas. No solo aparecen en las crónicas cristianas Rotense, Sebastaniense y Albeldense, también aparecen en la recopilación histórica que realizó, en el siglo XVII, el padre Luis Alfonso de Carvallo, que tituló Antigüedades y cosas memorables del Reino de Asturias. El jesuita padre Carvallo, en su tarea recopilatoria, se basó en documentos fiables que se conservaban en la catedral de Oviedo, en monasterios y archivos particulares, descartando todas las fuentes procedentes de cantares y leyendas carentes de rigor histórico.
Las crónicas árabes también recogen párrafos referidos a la conquista de Hispania, que sitúan a Pelayo coincidiendo con lo que afirman las crónicas cristianas. Existe un manuscrito original, que se conserva en la Biblioteca Nacional de París, que contiene párrafos del Ámbar Machmúa, una crónica árabe anónima, compilando crónicas de historiadores musulmanes, como Ibn Hayyan, Al-Razi, y Ibn al-Qutiyya, entre otros, que narraron la conquista de Hispania.
En lo referente a Pelayo dicen:
El emir conquistó todo el territorio hasta llegar a Narbona y se hizo dueño de Galicia, Asturias, Álava y Pamplona, sin que quedase en Asturias por conquistar si se exceptúa la sierra, en la cual se había refugiado un caudillo llamado Pelayo, a quien los soldados del emir no dejaron de combatir y acosar, hasta el extremo que muchos de ellos (los cristianos) murieron de hambre, otros acabaron por prestar obediencia y fueron así disminuyendo hasta quedar reducidos a treinta hombres que no tenían más de diez mujeres, según se cuenta. Allí permanecieron encastillados, alimentándose de miel, pues tenían colmenas de abejas en las hendiduras de las rocas.
En el recopilatorio comentado del padre Carvallo afirma que Munuza, gobernador musulmán de Gijón, pidió ayuda a Córdoba para acabar con la rebelión liderada por Pelayo, y desde allí el califa envió un ejército al mando del cual estaba el general Al Qama, quien perdería la vida precisamente en Covadonga.
El Padre Carvallo, en el capítulo I del “Título Nono, que trata del Infante Don Pelayo”, lo encabeza así:
En Asturias ay gran santidad; y Munuza se enamora de la hermana de Don Pelayo.
A la vista de la confirmación documental de la existencia de Pelayo, hay que hacer caso a lo que narran autores que se documentan, como es José Ángel Mañas, que Pelayo es nuestro personaje mítico, no solo por ser el primero, sino también por lo que representó. La victoria en Covadonga le reviste con un aura legendaria exactamente igual que otros grandes personajes de la historia mundial como fueron Alejandro, Carlomagno o Salahadim, con la particularidad de que Pelayo no ha tenido la pléyade de autores que han escrito sobre su vida y logros, como tuvieron esos otros mitos.
José Ángel Mañas en ¡Pelayo! decide narrar un corto periodo de la vida del rey caudillo, utilizando, de manera sorprendente como narradora en primera persona, a Adosinda, hermana de Pelayo, a quien el autor dota de una personalidad y un carácter de mujer fuerte, valiente y decidida, como seguro que fueron muchas de las mujeres que vivieron en esos tiempos y que quienes escribieron la historia se olvidaron de ellas. Adosinda protagonizará, al enamorarse y casarse con el valí Munuza, uno de los hechos que hace desencadenar lo que terminará siendo el detonante de la epopeya más grande ocurrida en España en los primeros setecientos años de la era cristiana.
Estas son las palabras de Adosinda al comienzo del libro:
En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, yo, Adosinda, me apresto a comenzar la crónica de los hechos sucedidos en este rincón de la cristiandad entre el aciago año 711, cuando se perdió Spania, y el 722, cuando mi hermano Pelayo, coronado rey de los godos, ganó la batalla que permitió iniciar la reconquista del territorio cedido al islam. Mi deseo, al escribir el nacimiento del nuevo reino, ha sido penetrar en la entraña de los hechos y revivirlos con los pensamientos y pasiones de quienes los protagonizaron. Porque ya nadie niega que Pelayo y sus hombres hicieron algo más que ganar en Covadonga: juntos sembraron una idea, algo que vale tanto como un mundo nuevo, pues las ideas se agitan en el aire sin que se puedan aprisionar y fecundan a las naciones… Esta es la historia verdadera de cómo Pelayo y sus valientes astures iniciaron la más extraordinaria de las aventuras: la Reconquista de España.
Este inicio es una garantía para invitar al lector a que disfrute de la épica de un hombre que, según las crónicas, quería ser sencillo y las circunstancias le obligaron a convertirse en un paladín de la Spania cristiana. Su valor, entrega y coraje le sirvió para que sus compañeros de lucha le eligiesen como Rey Caudillo y fundasen, hace más de mil trescientos años, el Reino de Asturias. Con su ejemplo y empuje, lideró la rebelión y el enfrentamiento ante el invasor musulmán que deseaba dominar, esclavizar e imponer su credo a través de la Guerra Santa. Pelayo, con su actitud, arrastró los restos del pueblo godo a fajarse en una lucha que duró ocho siglos y que permitió que, a partir de una idea, naciese una nación nueva, más grande y poderosa que la que había engendrado el Reino Visigodo.
De todos es conocido cómo fue la epopeya protagonizada por Don Pelayo y cuál fue su resultado final, pero para descubrir los entresijos que condujeron a que “Covadonga lo cambiase todo”, es preciso leer este magnífico libro.
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Autor: José Ángel Mañas. Título: ¡Pelayo!. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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