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Razones que merecen un libro - Zenda
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Razones que merecen un libro

Pude acceder al Vaticano a través del secretario personal de quien entonces era uno de los hombres más poderosos de la Curia.  Fue el primer cardenal que conocí. Posteriormente conocí a cuatro más, uno de ellos Secretario de Estado. También me he relacionado con tres portavoces papales, varios monseñores, el ex director del diario l’Osservatore...

Roma, solar y pagana, es la única ciudad donde me siento en plenitud total. Ciudad, conviene no olvidarlo, en cuyas calles, y en un determinado momento, coincidieron físicamente Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Pero para hablar de Roma o escribir de ella se ha de conocer el Vaticano. O eso creo.

Pude acceder al Vaticano a través del secretario personal de quien entonces era uno de los hombres más poderosos de la Curia.  Fue el primer cardenal que conocí. Posteriormente conocí a cuatro más, uno de ellos Secretario de Estado. También me he relacionado con tres portavoces papales, varios monseñores, el ex director del diario l’Osservatore Romano y quien fue nuncio y presidente de la legendaria Accademia Ecclesiastica (la Escuela Diplomática Vaticana). Fue él quien me aseguró que lo único que no se puede decir en el Vaticano es la verdad.

"En realidad el periodismo es sobre todo almorzar y cenar con alguien. Lo demás, salvo viajar, es poesía"

Todos esos sacerdotes y laicos favorecieron, y algunos aún siguen favoreciendo, mi trabajo periodístico y literario relacionado con Roma y el Vaticano. Pero quien me enseñó y demostró que el Vaticano es también Roma o al revés es un colega, quizá el mejor informado de la capital italiana. Ese discreto profesional trabajó durante un tiempo en la misma oficina romana que un sobrino del actor Marcello Mastroianni. Conozco a ese sobrino, y por eso sé que es verdad que las mejores albóndigas de Roma las hacía la madre del actor. Y hablo de albóndigas, de cocina, porque la comida en Italia es muy importante. Tanto que las mayores discusiones familiares tienen que ver con ella. En realidad el periodismo es sobre todo almorzar y cenar con alguien. Lo demás, salvo viajar, es poesía.

Fue el día que conocí al irónico y cálido Francesco Angelicchio, más conocido como Checco y antiguo paracaidista, cuando decidí escribir un libro sobre Roma, sobre mi Roma. Angelicchio fue amigo, entre otros, de los directores de cine Federico Fellini y Liliana Cavani y de actores como Alberto Sordi. Para poder entrar gratis en los teatros romanos Sordi y Angelicchio formaban parte de la llamada claque, personas que aplaudían y contagiaban su entusiasmo al resto de espectadores. No sé si aún existen esos profesionales del aplauso.

"Roma me ha enseñado que uno no vive en su tiempo sino en el de sus mitos y leyendas"

Almorzando con Angelicchio en el restaurante Dal Toscano, que también frecuentaba Fellini, me sugirió que para escribir sobre Roma prestara mucha más atención a la cocina, concretamente a las carciofi alla giudia (alcachofas a la judía), que, por ejemplo, a determinadas monumentalidades. Le agradecí la irónica sugerencia y le aseguré que tomaba buena nota de la misma. Pero mi muy caminada Roma tiene poco que ver con ciertas monumentalidades. Mi muy caminada Roma es más la del barrio del Trastevere, donde coincidí alguna vez con un ya crepuscular Bernardo Bertolucci, sentado en una silla de ruedas, y donde ejerce, a la manera tradicional, un barbero que baila muy bien el tango.

Francesco Angelicchio, que era también amigo del enigmático y temido político Giulio Andreotti, conocido como Belcebú, me dijo que solía decirle: “Giulio, eres tan listo que no lo puedes disimular”. Años después, almorzando precisamente carciofi alla giudia con un influyente abogado, recordé las palabras de Angelicchio. Según el abogado, a cierto periodista que trabajaba para el servicio secreto italiano le extrañó que su interlocutor, un diplomático soviético recién llegado a Roma, pidiera carciofi alla giudia sin consultar previamente la carta. De ello dedujo que a los agentes y espías del KGB destinados a Italia les daban clases de cocina italiana.

Roma me ha enseñado que uno no vive en su tiempo sino en el de sus mitos y leyendas. Y eso creo que merece un libro.

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Autor: Arturo San Agustín. Título: Amanecer en el Gianicolo. Editorial: Catedral. Venta: Todostuslibros y Amazon

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Arturo San Agustín

Arturo San Agustín (Barcelona, 1949) es licenciado en Ciencias de la Comunicación, periodista y publicitario. Premio Plaza Mayor de poesía y finalista del premio Antonio Machado de narraciones breves. Es autor de cinco documentales.

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