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El duende de Lorca - Carlos Mayoral - Zenda
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El duende de Lorca

La anécdota la pueden leer en el volumen Federico García Lorca: De viva Voz, publicado por DeBolsillo, editado por Víctor Fernández y Jesús Ortega. La escena me sirve para explicar por qué este libro deja al desnudo el duende del poeta granaíno. En él podrá encontrar el lector una serie de conferencias, alocuciones y homenajes...

La Niña de los Peines había subido al tablao aquella noche con cierto aire aristocrático. Entre su público, hombres y mujeres de toda condición: el cantaor Ignacio Espeleta, conocido por su hermosura en toda Andalucía; una aristócrata, descendiente de Soledad Vargas, que había rechazado a un Rothschild porque por encima de los banqueros estaba su sangre; los Pavón, ganaderos de alta alcurnia, de los que se decía que alcanzaron el séptimo trabajo de Heracles con el toro de Creta. Pero todos tenían algo en común: habían conocido el duende. Y lo que aquella noche estaban viendo, con las formas esbeltas de la cantaora, su imponente guitarra y su compás exacto, su vestido de oro y su perfume caro, no era tal. Alguien gritó: ¡Viva París!, señalando el talante fino y sofisticado del espectáculo, pero también la carencia de esa magia que nadie sabe de dónde llega. Entonces, la Niña de los Peines, herida en su orgullo, se achuchó un trago de cazalla y empezó a cantar sin acompañamiento, con la garganta en carne viva. Sin la coraza, había aparecido el duende.

"Afirmaba don Vicente Aleixandre que en lo que no era comparable era en su persona: Federico García Lorca tenía el don de la expresión humana viva"

La anécdota la pueden leer en el volumen Federico García Lorca: De viva Voz, publicado por DeBolsillo, editado por Víctor Fernández y Jesús Ortega. La escena me sirve para explicar por qué este libro deja al desnudo el duende del poeta granaíno. En él podrá encontrar el lector una serie de conferencias, alocuciones y homenajes escritos por Lorca, la mayoría de ellos leídos en público, apuntes sobre algún tema cerca de ser expuesto, y otros asuntos de corte más íntimo que de nuevo nos descubren a un Federico más cercano, otra faceta más de un artista inmenso. Decía Aleixandre que, como poeta, Lorca podía ser comparado con otro, estudiado en paralelo a una corriente o una generación; pero afirmaba don Vicente que en lo que no era comparable era en su persona: Federico tenía el don de la expresión humana viva.

"Jorge Guillén afirmaba que cuando el poeta llegaba no hacía ni frío ni calor: hacía Federico"

Esa personalidad queda patente en esta serie de textos recopilados por Fernández y Ortega. Todo lo cubre, todo lo impregna. Su tamaña cultura le permite referirse en estas páginas a fenómenos artísticos tan dispares como el Cid, Berceo, Góngora, Lope, Cervantes o Rubén Darío, a todos ellos los desnuda, y todos ellos quedan entonces cubiertos con el traje de seda del verbo lorquiano. Jorge Guillén afirmaba, como bien se indica en el prólogo de esta edición, que cuando el poeta llegaba no hacía ni frío ni calor: hacía Federico. Algo hay de esa presencia infinita en estos párrafos, donde da igual si habla de la liturgia de sus toros, el aura de Nueva York o el hombre en segundo plano de Calderón: en todo ello se respira esa mezcla de tradición y vanguardia, ese envés de las cosas que con tanto arte supo ver el de Granada. Como había ocurrido con los oyentes de La Niña de los Peines, al escuchar aquí a Federico uno no encuentra las formas, sino el tuétano de las mismas. Duende, en suma.

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Carlos Mayoral

Juntapalabras. Mitad machadiano, mitad azorinista. Ha publicado, entre otras novelas, 'Empiezo a creer que es mentira' (2017, Círculo de Tiza, finalista premio Ojo Crítico de Narrativa) y 'Un episodio nacional' (2019, Espasa). @Carlos__Mayoral

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Ricarrob
Ricarrob
8 meses hace

Los puntos de vista pueden diferir y, de hecho, difieren. El mío es que, acercándose mucho la opinión a la de usted, sr. Barrero, me refiero al insigne Lorca, lo único que ha hecho el sr. Margallo es cargar la munición contra la derecha (que conste que yo no lo soy, no me considero de ningún partido político existente en España). ¡Qué estúpido! Llega a un nivel de cretinismo solo parangonable con el zapaterismo. ¡Todo un artista al echar piedras contra su propio tejado!

Apate de la munición que usted ha disparado, sr. Barrero, no deja de ser la opinión o las expresiones de una sola persona. No achaque usted dicha opinión particular a todo un colectivo. Dejemos que en España pueda haber una derecha civilizada ya que no existe una izquierda civilizada. Es como querer ampliar las acciones del sr, Koldo a todo el colectivo de izquierda. ¡Claro que la derecha tiene sus puntos negros y sus estúpidos! La izquierda también. Como decían antes los antiguos: y en mi casa a calderadas.

Gente como usted, sr. Barrero, contribuyen cada vez más en España a una polarización extrema que nos perjudica a todos. Su artículo es lícito siempre que achaque la opinión vertida solamente a una persona, a un cretino.

Felix Arellano
Felix Arellano
8 meses hace

Uno no sabe si Lorca fue partidario de una dictadura militar, lo que parece claro es que era anticomunista. Dentro del contexto de polarización extrema que nos rodea, que Margallo subrayara algo que es poco conocido (que Lorca no era de izquierdas, pese a que su figura haya sido secuestrada por la izquierda), es un hecho a apoyar. La vida intelectual de la España de los años 30 no era una de rojos y azules, buenos y malos. Se conocían entre ellos independientemente de sus ideas y hubo héroes y canallas en ambos bandos

Josey Wales
Josey Wales
8 meses hace

La legitimidad republicana se la cargó el PSOE y el PCE cuando se alzaron en armas en 1934 y cuando alcanzaron el poder en 1936 con pucherazo, secuestros de actas, amenazas y piquetes en los colegios electorales, y con un resultado invalidado por el Tribunal de Garantías Constitucionales (equivalente a nuestro Tribunal Supremo). La legitimidad republicana se la cargó la izquierda revolucionaria con cientos de huelgas, asesinatos, quema de iglesias y colegios religiosos, descarrilamiento de trenes, robos, palizas y bombas desde 1931 a 1936. La legitimidad republicana se la habían cargado los pistoleros de Indalecio Prieto cuando fueron a sacar de su casa, para matarlo, a Gil Robles; y al no encontrarlo, se cargaron a Calvo Sotelo. Las checas que montaron el 19 de julio y las listas de personas a eliminar no fueron una improvisación.

Mi gratitud a los alzados, a los caídos por Dios y por España, contra los criminales rojos. Mi gratitud a Franco por haber puesto las bases del desarrollo español, por la Seguridad Social, por la sanidad y educación universal y gratuita, por el seguro de paro y de invalidez, por la pensión de jubilación, por las universidades públicas, por la electrificación y alcantarillado a las zonas rurales, por las becas, por las viviendas de protección oficial, por las pagas extra, por la industrialización, por la elevación del nivel de vida, por la erradicación del analfabetismo, la extensión de la vacunación, por la seguridad y la libertad que conocí de niño (y hoy no tienen mis hijos) cuando podía andar sin temor por cualquier lugar y dejábamos las puertas de la casa abiertas de par en par todo el día, por las cajas de ahorro y el crédito barato con el que mis padres compraron su primera vivienda y su primer coche, etc. Gracias, Franco, de parte de un nieto de republicanos.

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