El Premio Hammett es la golosina más codiciada por todos los escritores de novela negra en lengua castellana. Y no es para menos. Estar entre los finalistas ya es un privilegio dada la gran cantidad de novelas negras que aparecen cada año. No importa publicar en una gran editorial o en un pequeño sello porque aquí se juzga la obra y todo lo demás es accesorio. Buenas novelas, solo eso. Un galardón otorgado por otros escritores durante la Semana Negra de Gijón, el decano de los festivales. ¿Puede haber cima más alta?
Los últimos años han venido marcados por una actitud de apertura de la novela negra en busca de nuevos caminos, de nuevas fronteras, de nuevos retos. Ese mismo aire de cambio se ha visto reflejado en los premios Hammett.
El año 2014 fue el turno de Alexis Ravelo y La estrategia del pequinés (Alrevés Editorial). Este canario desembarcó a lo grande en el panorama literario con una crook story como hacía tiempo que no se leía. Sus personajes son rateros y delincuentes de poca monta a los que la vida ha tumbado ya varias veces, aunque ellos se empeñen en levantarse de nuevo para seguir intentándolo. Con pulso firme y narrativa contenida, Ravelo nos lleva de la mano de unos personajes inolvidables por un escenario en principio tan poco negro como Gran Canaria. En su momento fue toda una sorpresa y ahora ya es una realidad. Leed el libro antes de que estrenen la película, es un consejo.
En 2015 empieza el cambio del que les hablaba. El trofeo se lo lleva Carlos Zanón con la novela Yo fui Johnny Thunders (RBA). En ella se nos narra el regreso a casa de un guitarrista que lo tuvo todo y ya no le queda nada. Los retornos no siempre son fáciles y pronto se verá en mitad de una guerra que no es suya. Ajustes de cuentas, robos a furgones, tráfico de drogas y segundas oportunidades y un primer capítulo de antología conforman una novela que transita terrenos alejados del género, pero sin darle la espalda del todo. Como en la obra de Ravelo, no hay investigador, pero es una historia dura, contundente y al hígado.
Y este 2016 no ha habido sorpresa. Desde hace meses se viene hablando de una novela increíble, un pequeño hito en mitad de tanto bodrio sobre asesinos en serie, copias de CSI y clones de Bogart. Se trata de Subsuelo, escrita por el argentino Marcelo Luján y publicada con gran acierto por Salto de Página. Una obra de difícil clasificación que sorprenderá a los amantes del género negro más canónico. Se trata de un drama familiar turbio y perturbador, contado a través del prisma de Luján con múltiples recursos narrativos. Un accidente, hormigas, una tarde en el campo, la relación entre dos hermanos, los silencios que dicen más que los gritos. Un libro contundente y personal que tal vez ni siquiera sea una novela negra, pero es absolutamente oscura y perturbadora. Sin duda, un premio merecidísimo que hará que la obra llegue a más lectores.
La pregunta es qué nos deparará 2017. El camino traza una dirección concreta hacia la novela valiente, original, alejada de los pastiches más clásicos, sin policías ni investigadores, casi sin crimen en ocasiones, descubriendo nuevos horizontes. Dicho de otra forma: romper las reglas para volver a jugar a lo mismo. Poco a poco, la novela negra recupera el lugar que se merece como género capaz de pergeñar auténticas obras de arte.
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