Las contradicciones que viven los personajes y el corazón de la historia han sido dos de las principales claves del éxito de la serie Patria, basada en el libro de Fernando Aramburu y enmarcada en el conflicto vasco.
Tanto el fenómeno literario de la novela como la cercanía del contexto en el que se desarrolla hicieron que el equipo fuera muy consciente de la «responsabilidad» que entrañaba, como explica el director Félix Viscarret, al frente de los cuatro primeros capítulos, en una sesión en línea del ciclo La buena estrella, de la Universidad de Zaragoza.
En una charla moderada por el escritor y periodista Luis Alegre, el cineasta ha estado acompañado por parte del elenco: el actor que da vida al etarra Joxe Mari, Jon Olivares; su madre en la ficción, Ane Gabarain (Miren); y su hermana, papel interpretado por Loreto Mauleón (Arantxa).
Todos ellos tuvieron que «trabajar con las contradicciones que tiene la vida y cada personaje», ya que, en palabras del director, «a veces los seres humanos decimos una cosa, pero no sentimos exclusivamente esa».
Gabarain, en la piel de la dura e intransigente Miren, reconoce que su personaje peca de mucha «torpeza», algo que puede ser «más dañino que la propia maldad».
«Me parece halagador cuando me dicen que es un personaje espantoso, pero que pueden llegar a entender qué le sucede para que diga las barbaridades que dice y haga las cosas que hace», señala la actriz, quien destaca que todos realizaron una «inmersión en las totalidades humanas».
Como anécdota, la intérprete vasca cuenta que el escritor Aramburu asistió un día al rodaje y les dijo tanto a ella como a Elena Irureta (en la serie, Bittori, viuda del Txato): «Ahora que os conozco, cada vez que imagine a Miren y Bittori tendrán vuestras caras».
Y es que, como agrega por su parte el director, si estas dos actrices no hubieran proyectado esa «alma, contradicción, dolor o amor» no se hubiera transmitido nada, en un relato en el que «lo que tenía que contar era el corazón de la historia».
Por su parte, Mauleón cree que su personaje, Arantxa, es probablemente con el que más fácil resulta empatizar «porque es la persona que vela por todos los demás y hace de nexo de unión entre las madres» (Miren y Bittori).
«Para mí representa un poco la esperanza», continúa la actriz, que relata que durante el rodaje tuvieron que «trabajar todo desde la parte más humana», con la dificultad del gran «viaje emocional» y de los años que pasan desde el principio hasta el final del relato, algo que también hay que abordar «físicamente».
Olivares, miembro de un grupo de teatro y profesor de Educación Infantil, se enfrentó al «reto enorme» de su primer gran proyecto audiovisual, en la piel del terrorista Joxe Mari.
«Nos metimos en la burbuja de esas familias sin saber la repercusión que podía tener, simplemente, mirando al interior; y eso fue imprescindible para abordar la serie», comenta el intérprete, quien incide al igual que sus compañeras en la importancia que ha supuesto «enseñar las contradicciones constantes que tenemos los personajes».
Las dos escenas más difíciles de ejecutar para él fueron la del asesinato del Txato y en la que sufre torturas. Después de ambas tomas acabó llorando, algo que demuestra, reconoce, «toda la emoción y el alma» que pusieron en la serie.
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