Dalia Alonso (Gijón, 1996) es filóloga clásica. Actualmente realiza estudios de doctorado. En solitario ha publicado la plaquette Safo y Alfonsina en el acantilado (Heracles y nosotros, 2017). Algunos de sus poemas figuran en las antologías XXXI Voces Nuevas (Torremozas, 2018) y Los últimos del XX (Luna de Abajo, de próxima aparición), entre otras, y participa con frecuencia en publicaciones periódicas entre las que destacan las revistas Maremágnum, Estación Poesía y Anáfora. En el año 2020 ha sido galardonada con el VII Premio Internacional de Poesía Jovellanos gracias al texto Arrugas.
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AUTOBIOGRAFÍA SENTIMENTAL
La que compra flores y viste
los lares de su altar,
el fuego al viento
otorgado en sacrificio
y de Amor la cierva herida:
yo soy yo
y la trémula rosa abandonada al mar.
Mi epitafio, de líneas claras:
un silencio,
de un cisne el canto ahogado,
un frasco de perfume
sin terminar.
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ARRUGAS
«repente in osculis Liviae et in hac voce
defecit: Livia, nostri coniugii memor vive,
ac vale!»
SUETONIO, Vita Caesarum
Ahora que declina el día
y en tus ojos se echan a dormir
suaves líneas de tierra lejana
y playa,
ahora que en torno a tus labios
reposan sonrisas antiguas
y del hogar los besos últimos
de amor,
ahora más que nunca te deseo:
deseo tu sed, tu voz, tu tiempo,
y tu cuerpo que ya es más tacto mío
que cuerpo.
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CORO DE ROMÁNTICOS
A partir de la zarzuela Doña Francisquita
Allí donde una súplica de amor
es un poema gorjeado
y las estrellas tiemblan
tras las capas galantes,
son los perfumados pañuelos
la celosía de un confesionario
y las palabras del cortejo inician
un diminuendo dulce.
Acarician las losas de la plaza
con un frufrú de faldas
y atardece dentro de cada pecho
un cielo sonrosado.
Las palomas se arrullan
e imitan su tierno cantar.
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MITO
No puede ser.
No puede ser que exista
este deseo bruto, tan pesado,
tan próximo.
Tal ardor es prerrogativa
de los mitos solamente –
Ariadna doblegada
y Fedra la llena de incendios.
No es posible tal dios.
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LOS CAMINOS DE LA GRACIA
“La Regenta, que era su mujer, su legítima
mujer, no ante Dios, no ante los hombres,
ante ellos dos.”
LEOPOLDO ALAS “CLARÍN”, La Regenta
Haber hallado en ti los caminos de la gracia
y la ternura que nunca deja de otorgar
es el deseo
que me ha cumplido la noche estrellada
tras tantos años rezando sin fe.
Cuando Dios escucha, no sabe
o no quiere saber
de los irónicos impedimentos del credo
que parten la realidad y el deseo:
con toda la belleza suspendida
a nuestro alrededor,
la maravilla es una luz escasa
que deja a la vista únicamente
tus ojos
y mi palabra.
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