Prólogo de Jose María Merino del libro de collages de Ángel Olgoso Nocturnario, 101 imágenes y 101 escrituras.
CIENTO Y UNO POR DOS
Hace años que conozco a Ángel Olgoso y, refiriéndome a su obra literaria, he escrito que en ella se ha venido afirmando cada vez más su dominio de lo extraño y de lo fantástico, generalmente mediante relatos de corta extensión y a través de un estilo marcado por la riqueza del lenguaje y la incansable búsqueda y desvelamiento de sorprendentes tramas y escenarios. Mas un día descubrí que a su faceta de narrador, Olgoso unía la de peculiar artista gráfico. Cuando pude ver su abundante obra, esos collages de los que este libro reúne Ciento y Uno, me interesé por ellos y Olgoso me contó lo siguiente:
“A mediados de los noventa, entre 1994 y 1999, estuve varios años sin escribir; primero por la desilusión creciente de ver que, después de dos décadas de escritura de relatos, aún no había conseguido que un solo libro mío hallara acomodo en los estantes de una librería; y segundo por la imposibilidad de concentrarme en casa, atrapado en un infierno vecinal, entre dos familias espantosamente ruidosas y patibularias. El caso es que le había pedido a mi amigo Miguel Ángel Moleón Viana (a la sazón, escritor, artista plástico y después vicedecano de Bellas Artes en Granada) que me hiciera unos collages para una separata de mis relatos. Raudo y amable, pergeñó unas imágenes en color a partir de fotografías de revistas. Y como esa no era la idea que un servidor tenía de las ilustraciones, me puse manos a la obra para mostrarle a Miguel Ángel un ejemplo de collage en blanco y negro, con todos sus elementos integrados en un fondo y contando una historia. Ya no pude parar. Aunque me encontraba bloqueado para escribir, el caudal de la imaginación encontró esa brecha en el dique de mi pereza, de mi desánimo y de mis vecinos, y por ahí se colaron los collages como un brioso destacamento de húsares. Al principio contaba casi únicamente con los libros que tenía ilustrados por Doré; luego, poco a poco, fui ampliando el material de imágenes, consiguiendo volúmenes de grabados del siglo XIX sobre moda, fauna, maquinaria, erotismo, viajes, medicina, etc. Eran imágenes tan sugestivas que no pude resistirme a experimentar con ellas, a buscar texturas oníricas, poéticas, macabras, libertinas, satíricas, legendarias. Durante aquel gozoso lapso temporal, hice lo contrario de aquellos que, careciendo de imaginación, se refugian en la realidad. Quizá a los autores imaginativos la palabra escrita nos resulta insuficiente para contener tantas visiones, y necesitamos además otras formas de expresión o buscamos atajos para poder representar nuestra abundancia de sueños, de quimeras, de transfiguraciones de la realidad.”
Hasta aquí, palabra de Olgoso. Yo añadiré que en 1999 presentó una exposición con bastantes de sus collages en un centro educativo de Granada bajo el título Los líquenes del sueño, y que más adelante yo conseguí conocer tal obra. El caso es que aquellos collages, en la tradición surrealista de Max Ernst o Marcel Duchamp o Juan Benet – en el tríptico de la exposición se hablaba también de El Bosco, Blake, Füssli…- aunque pasados por la peculiar imaginación de Olgoso, me parecieron muy provocativos para mi propia intuición narrativa.
Con la habilidad de los laboriosos artesanos del kirigami chino, Olgoso había recortado y ensamblado los objetos, los animales, las figuras humanas, los edificios, las nubes, las montañas y las olas, los vivos y los muertos, para ofrecer un mundo propio de los sueños pero perfectamente relacionado con lo que tiene de ominoso la vigilia.
Hablamos entonces de la posibilidad de un libro que reuniese, por ejemplo, 101 collages, que fuesen “ilustrados” por el mismo número de textos literarios, como un giro al hábito de que sea la imagen lo que “ilustra” el texto. Y cuando la editorial Nazarí se interesó por el proyecto, nos pusimos manos a la obra, trazando una red amistosa de escritores de distintas edades y promociones y de diferentes sexos y lugares, sin excluir el otro lado del océano, que quisiesen enfrentarse con las imágenes e “ilustrarlas” con sus textos en prosa o en verso.
He aquí el resultado de tal confrontación. Debo precisar que todos los textos son inéditos y que la inmensa mayoría de quienes los han escrito se han inspirado en la imagen propuesta.
Como podrá comprobar quien lo leyere, encarados a la imagen correspondiente se suceden aquí toda clase de ensoñaciones, reflexiones, sucesos y escenarios: avernos y zoológicos, naufragios y criaturas reales o imaginarias, introspecciones y malas conciencias, futuros distópicos, juicios severos, visiones extrañas, sueños en ebullición, asesinatos… Irrumpe el espacio del Otro, al acecho la Innombrable, a menudo presentes Dios y Satán, con otros mitos inmortales –no falta el Caballero de la Triste Figura- y metamorfosis orgánicas e inorgánicas. Hay música, colores, símbolos, espacios insólitos, viajes estrafalarios, guisos macabros y juicios finales, y fluye la memoria perdida o recobrada, sin que falte la Crisis, con depredaciones y asedios, ni deje de formularse el juego de la creación con secretos, recuerdos y preguntas. El amor, la literatura, la mirada perpleja, curiosa, enfermiza, desorientaciones, seguridades, enfrentamientos… y en todo los fantasmas, el tiempo y el destino.
Minicuentos, poemas de muy diversa perspectiva, pequeños ensayos, diálogos de aire teatral, en el conjunto no faltan la ironía, el humor, lo fantástico, el terror, ni la evocación mitológica o la vibración lírica. A las 101 imágenes propuestas por Olgoso les replican 101 textos que vienen a mostrar la variedad de perspectivas de la actual literatura en español.
Y quiero concluir señalando, ahora que vivimos el fulgurante acoso cibernético, que este es un libro en papel, un libro de verdad, y que además está lleno de imágenes, como los grabados que llevaban los productos nacidos de la invención de Gutenberg.
Un libro de verdad, que se acoge a la protección de la Diosa de la Noche.
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Título: Nocturnario. Collages de Ángel Olgoso. Editorial: Nazar. Edición: Papel
Sinopsis: Ángel Olgoso, que a su actividad de narrador une la de artista del collage, ha realizado 101 en la tradición surrealista de Max Ernst, Marcel Duchamp o Juan Benet –y también en la línea estética de El Bosco, Blake, Füssli, Kubin…– Ciento y Uno collages, que en ese libro aparecen «ilustrados» por el mismo número de textos literarios, como un giro al hábito de que sea la imagen lo que «ilustra» el texto, por escritores en español de distintas edades y promociones y de diferentes sexos y lugares, sin excluir el otro lado del océano. Minicuentos, poemas de muy diversa perspectiva, pequeños ensayos, diálogos de aire teatral, en el conjunto no faltan la ironía, el humor, lo fantástico, el terror, ni la evocación mitológica o la vibración lírica. A las 101 imágenes propuestas por Olgoso les replican esos 101 textos, que vienen a mostrar la variedad de perspectivas de la actual literatura en español.
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