Deprecated: Methods with the same name as their class will not be constructors in a future version of PHP; GDLR_Import has a deprecated constructor in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/goodlayers-importer/goodlayers-importer.php on line 28
La mano de mármol, un cuento de Ramón Gómez de la Serna - Zenda
Warning: is_dir(): open_basedir restriction in effect. File(/usr/share/nginx/html/wp-content/plugins/wpdiscuz/themes/default) is not within the allowed path(s): (/var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/:/tmp/) in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/wpdiscuz/forms/wpdFormAttr/Form.php on line 157

La mano de mármol, un cuento de Ramón Gómez de la Serna

Una mano de mármol, cuidadosamente colocada sobre la mesa del despacho de un hombre, esconde un misterio ajeno a todos los que lo visitan. Un día, el misterio no hace más que expandirse. La mano de mármol, un cuento de Ramón Gómez de la Serna Todo el mundo le preguntaba siempre por aquella mano y...

Una mano de mármol, cuidadosamente colocada sobre la mesa del despacho de un hombre, esconde un misterio ajeno a todos los que lo visitan. Un día, el misterio no hace más que expandirse.

La mano de mármol, un cuento de Ramón Gómez de la Serna

Presidía su mesa de despacho, siempre sobre los papeles, una mano de mármol, mano preciosa en la que los dedos se doblaban sin formar arrugas, una mano delicada, de dedos bellos, como lo son las piernas bien nutridas a la par que ligeras.

Todo el mundo le preguntaba siempre por aquella mano y él respondía:

—¡Ah! Es una mano maravillosa, una mano inolvidable…

Se veía que no quería decir más y nadie le sacaba otra confidencia.

Todos los amigos habían tenido que hablar de aquella mano y habían comentado que no quisiera nunca contar su historia.

La mano guardando mármol en su hueco como un pozo de nieve tenía todo el tipo de las manos de verdad, de las manos que han existido, de las manos que aun existen.

Distraía todas las miradas, y en la conversación era el sitio en que coincidían las pausas.

Era subyugadora aquella mano, que, así suelta, parecía la mano arrancada al cadáver de mármol sobre la mesa de disección en que se disecan las estatuas de mármol.

¡Ah! Pero un día se complicó más el secreto muy humano de aquella mano, pues Jacobo Ferro, al entrar en el despacho que presidía la mano como una campanilla, dijo, dirigiéndose al dueño de la mano:

—¡Esa mano es de Margarita Moreras!…

—¡Sí, de ella!

Y los dos repitieron a coro:

—¡Maravillosa! ¡Inolvidable!

No pudimos sacarles más.

4.8/5 (19 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)

Laura di Verso

Leo poesía, con o sin rima. Y me gusta que me cuenten cuentos. Frecuento las redes, poco, desde marzo de 2020, como @lauradiverso.

Ver más publicaciones

Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas:

  • Toda alusión personal injuriosa será eliminada.
  • No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • Zenda no se hace responsable de las opiniones publicadas.
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios

suscríbete a nuestra newsletter

Recibe cada semana una selección de los mejores contenidos de la web, ¡No te lo pierdas!

[contact-form-7 id="6d737e1" title="Formulario de newsletter"]