Deprecated: Methods with the same name as their class will not be constructors in a future version of PHP; GDLR_Import has a deprecated constructor in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/goodlayers-importer/goodlayers-importer.php on line 28
Alma gorda (Arresto domiciliario 76) - Zenda
Warning: is_dir(): open_basedir restriction in effect. File(/usr/share/nginx/html/wp-content/plugins/wpdiscuz/themes/default) is not within the allowed path(s): (/var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/:/tmp/) in /var/www/vhosts/zenda.trestristestigres.com/httpdocs/wp-content/plugins/wpdiscuz/forms/wpdFormAttr/Form.php on line 157

Alma gorda (Arresto domiciliario 76)

A lo largo de poco menos de una hora (lo que le tomaría una cena en dos tiempos), mi correclusa engulle con los ojos verdaderas cascadas de colesterol y calorías bastantes para proveer de fuerza desmedida a un equipo de rugby. Terminado el ritual caligulesco, deja el teléfono, baja a la cocina y regresa a...

Mi correclusa es una mujer de línea esbelta y espíritu robusto. Cada noche la miro sumergirse en su cuenta de Instagram, cuyo algoritmo ya bien la conoce y sabe que no puede vivir sin su diaria dosis de manjares exóticos. Uno tras otro, los videoclips exhiben platos, sartenes y vasijas con los más suculentos contenidos, frecuentemente postres cuyos solos destellos hacen babear a los inapetentes —yo sé por qué lo digo— y salpican la atmósfera de un aroma a gorduras imperiales que invita al desenfreno enloquecido.

"Como no tenga hélices y sirva para huir a otro planeta, no le veo mayor utilidad a la elíptica"

A lo largo de poco menos de una hora (lo que le tomaría una cena en dos tiempos), mi correclusa engulle con los ojos verdaderas cascadas de colesterol y calorías bastantes para proveer de fuerza desmedida a un equipo de rugby. Terminado el ritual caligulesco, deja el teléfono, baja a la cocina y regresa a la cama armada de un yogurt bajo en azúcares. Desde un rincón ignoto del cosmos, Karl Lagerfeld recobra el aliento.

Dos veces cada día, atisbo de perfil a mi correclusa: cuando está de banquete virtual en su teléfono y mientras se machaca el esqueleto en una ejercitadora elíptica marca Sacher-Masoch. Ya sé que yo también tendría hacer alguna clase de ejercicio para suplir los largos paseos que cada día daba con un perro distinto, pero tengo a la elíptica clasificada medio punto debajo del garrote vil. Sabrá el diablo la clase de monstruosidades que estaría dispuesto a confesar por liberarme de ese potro con pedales. Por otra parte, como no tenga hélices y sirva para huir a otro planeta, no le veo mayor utilidad.

"Por las noches, cuando nos repartimos chocolates y golosinas varias, me resigno con tímida mansedumbre a no comer ni un pedazo más que ella"

Otra opción muy en boga consiste en meditar. ¿Pero hay acaso, Cuarentenario atento, alguna otra cosa que venga yo a hacer cada día a estas páginas, sino meditar todo cuanto voy a confiarte? Sabes que soy novato en estas lides, aunque ya doy por hecho que nadie quiere aburrir a su diario como las beatas a sus confesores. Por eso te he contado de la fruición tembleque con que mi correclusa observa todas esas delicias que jamás llegarán a su paladar: es probable que así mirara yo a los catorce años las revistas non sanctas de mi padre. Y hoy que de meditar estoy hasta el cepillo, vienen hasta mis sueños los pasteles del Instagram que he visto de reojo tantas noches y danzan frente a mí como odaliscas rebosantes en crema chantillí. Sólo dime, ¿es normal?

Si mi correclusa fuera una libertina, mediría ya un metro y medio de cintura. Por las noches, cuando nos repartimos chocolates y golosinas varias, me resigno con tímida mansedumbre a no comer ni un pedazo más que ella. Las virtudes se pegan, aunque sea contra tu voluntad. Porque si ella, que es una idólatra del atracón, consigue dominar ímpetus más vehementes que los míos, no me queda otra opción que refrenarme. A menos, eso sí, que esté de acuerdo en empezar a atisbar de reojo la creciente hinchazón de mi barriga. ¿Panza de confinado? Opinaría mi abuela que ni lo mande Dios. A saber cuántos kilos de Nutella se habrá metido ya mi correclusa en el cerebro, que cada día está más delgadita. Temo que va siendo hora de pedirle un consejo para guardar la línea.

4.9/5 (24 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)

Xavier Velasco

Autor, entre otras novelas, de Diablo Guardián (2003), Éste que ves (2007), Puedo explicarlo todo (2010) y La edad de la punzada (2012).

Ver más publicaciones

Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas:

  • Toda alusión personal injuriosa será eliminada.
  • No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • Zenda no se hace responsable de las opiniones publicadas.
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios

suscríbete a nuestra newsletter

Recibe cada semana una selección de los mejores contenidos de la web, ¡No te lo pierdas!

[contact-form-7 id="6d737e1" title="Formulario de newsletter"]