William Wordsworth se alzó como uno de los más imperiales representantes del romanticismo inglés. La publicación, junto a Coleridge, de las Baladas líricas en 1798 reformuló el pensamiento romántico de cara a la entrada del siglo XIX, registro de su esplendor. Hoy reproduzco Oda a la inmortalidad, de William Wordsworth.
Oda a la inmortalidad, de William Wordsworth
Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.
Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba.
Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.
En aquella primera
simpatía que habiendo
sido una vez,
habrá de ser por siempre;
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la muerte.
Gracias al corazón humano
por el cual vivimos;
gracias a sus ternuras, a sus
alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer
puede inspirarme ideas que, a menudo,
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas.
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