Foto: Blanco Movil.
José Kozer es un poeta, traductor y ensayista nacido en La Habana, Cuba, en 1940. En 1960 se trasladó a EE.UU. con su familia, donde reside desde entonces. Referente no solo de la poesía cubana actual sino de la escrita en lengua española, es una figura fundamental del neobarroco latinoamericano. Fue profesor de Lengua y Literatura en español y jefe del Departamento de Literatura Comparada en el Queens College de Nueva York de 1965 a 1997, fecha en que se jubiló en Florida. Es autor de un centenar de libros de poesía, entre los que destacan algunos como Este judío de números y letras (1975), Jarrón de las abreviaturas (1980), El carillón de los muertos (1987), Et mutabile (1995), Dípticos (1998), Rupestres (2001), Stet (2006) o Trazas (2007). También ha publicado tres libros tres de prosa. Su obra está traducida al inglés, portugués, alemán, ruso y griego. Obtuvo las becas Cintas y Gulbenkian, además del Premio Julio Tovar de Poesía, en 1974, el Premio Iberoamericano Pablo Neruda, en 2013 y es Montgomery Fellow desde 2016.
***
AUTOBIOGRAFÍA
Viejos incendios en largas noches donde observa
con atención la rotación
de las aves precedidas
por tinieblas, sucesos
acaecidos en un
espacio que denomina
otrora, sonreía, a qué
se referiría el anciano
desempleado hace
mínimo dos décadas.
Era de los tiempos del bromuro, el aceite ricino y
el bicarbonato, los
reverberos y las
madres con fajas,
postizos embutidos
en los ajustadores:
se comía mal por
falta de información,
féculas, grasas,
fritangas, leche
entera, fruta de
lata.
Saltó al siglo XXI casi septuagenario, cambiar
no era imposible, llevar
esos cambios a la
práctica, la idea de
no comer res, cocinar
las verduras al dente,
comer fruta al natural
de postre en vez de
conservas le parecía,
le pareció hasta el
final de sus días
una desventura.
Tales cambios, cual si hubiera vivido tres vidas
ajenas: la tradicional
burguesa de los años
cincuenta, la época
revolucionaria (referida
a los hippies de los
sesenta) y la última
(global) donde el
viraje implicaba la
tecnología, lo virtual,
un tiempo donde los
sentidos (¿eran
cinco todavía?) se
disipaban, qué
queda: información
abundante (inasequible)
nada obliga a sentarse a
conversar en un café a
la mañana, el Reggio,
el Gato Negro, Figaro
en MacDougal esquina
con Bleecker donde
viera en una ocasión
a Dalí.
Su mayor contradicción fue morir nonagenario con
su salud de hierro, la
mente clara, los ojos
al tanto de cuanto lo
rodea, vísceras
funcionando a todo
tren, sentado subía
montañas, nadaba
en ríos caudalosos,
agua helada: tenía
un apetito vegetariano,
se llenaba la paila,
pocos gastos, dormía
siesta y el resto de
aquel día, cuál, en
qué mes, adónde,
sucede que sonó
el teléfono en su
casa, y vaya
sorpresa era para
él.
***
DE ÚLTIMA HORA
Durmió
horas
inversas
en
pleno
mediodía,
voces
batracias
cundían
en
sus
sueños,
despierto
(quizás)
no
volvió
a
ver
su
rostro,
reconocer
ideas,
dormía
cada
vez
más
lejos,
Taishan,
Gobi,
jardines
colgantes,
caravanas
de
dromedarios,
dátiles,
prendas
de
oro,
altos
quilates,
se
hizo
de
noche,
día
cuatro
a
la
intemperie,
rocío,
el
canto
uniforme
de
las
aves,
canto
invariable,
oía
con
consternación
acercarse
tres
manecillas,
fundirse
en
lo
alto
del
reloj
de
la
sala,
en
la
gota
inmemorial
de
agua
en
la
clepsidra.
***
DEVENIR
La primera uva de las viñas de Nabot, primera
uva de Dios a la
boca.
El cencerro truena, la vaca rumia, y sólo come
a la mesa conmigo,
no hay cabecera,
mi madre muerta.
Muertos no hay sino moribundos, largo es el
plazo que viene,
deviene el tiempo
inexistente (allegado)
ni espacio ni el vientre
digiriendo una última
cena.
***
DIVERTIMENTO
Descartar
el alcotán (ese bicho no tiene que ver conmigo) ese
bicho no tiene nada
que ver con nadie,
tal vez un ornitólogo
especializado en
rapaces (tiene donde
escoger) descartaría
la
palabra alcotán: aliviar el diccionario, verlo a lo
sumo (ave) en una
lámina, lista de
rapaces que miro,
reconozco, olvido:
empezar
un
proceso que paso a descartar. Quito y me pongo,
abro y en lo cerrado
depongo cuanto
considero letreleo
abarrotando la boca,
la consiguiente mente,
qué quiero, ¿llenar
el
Vacío? ¿Darme lija? Llamar ignorante a quien no
cuenta con el tremendo
vocabulario de Kozer:
rechifla. Cualquiera
diría que acaba de
descubrir América
con tanta sílaba
reunida en un
diccionario de
cubanismos, oye
en alto al Pinzón
tierra
a
la vista, Juana, Cubanacán, destierra al alcotán,
el gerifalte, el esmerejón,
que mal sabor de boca
deja su pronunciación,
descartar corneja, el
mochuelo, los caranchos,
la lechuza en Cuba en
México la calaca, solavaya
y good bye
mambo,
Ah dicha de lo real. Alzo la cara, sol, calor, unos
tordos pasan en
bandada, la araña
hila en un sitio, la
tiñosa planea, desde
su altura husmea
carroña, salgo al
balcón, limpio la
mesa, saco la silla
de médula, coloco
en el asiento el
cojín rojo,
me
sirvo una copa labrada con agua del tiempo,
tajada de queso
manchego, olivas
gordales Aniceto,
pan de flauta, de
agua y no de
manteca, la llamo:
la mesa servida de
igual a igual toca a
dos, nos miramos
un poco en verdad
descentrados, ¿y?
Un poco en verdad
descentrados.
***
PRÁCTICA
Repetía treinta veces un movimiento de
espaldas al espejo,
el brazo derecho
se entumeció,
perdía la noción
del tiempo, mente
sonámbula se
echaba a andar
adormecido por
campos de alfalfa
sin cosechar: mugía.
Comprende el hambre
de la res, el sueño
insatisfecho, detiene
el movimiento, el brazo
derecho despierta a
sus espaldas al espejo,
comienza el mismo
movimiento a repetirse
en el brazo izquierdo,
aspas.
Todo se detuvo, andrajos, su cabeza se
deshilacha, comienza
a imaginar una situación,
a medias se interrumpe,
gira y vuelve, caballo
blanco, crines
congeladas al viento,
otra vuelta a medias
del carrusel.
Repetir adormece la presencia bocarriba
de la Muerte.
Hablan, no entienden, nada que entender, mejor
callar: mundo moderno.
Para el movimiento
actual beba Pepsi
Cola, echarse a
andar por campos
de alfalfa bajo tierra.
Al día siguiente misma hora comienza a dar
vueltas en aspas
el brazo derecho
de espaldas al
espejo, vuelta
dos disipa la
primera, vuelta
tres se atasca.
***
VIDA RETIRADA
De las canteras cercanas de toba el alarife me
enseña a cortar la piedra
para la construcción de
mi casa para dos, vigas,
tabiques, techos altos,
dos pisos, cocina con
electrodomésticos de
primera, Samsung: ella
cuarenta años, repostera,
diestra en lo culinario, yo
cuarenta y siete, buen
administrador de unos
bienes heredados,
ahorrativo, de dos a
tres hijas, una imaginaria.
Asiduo de Balzac, buena parte de Flaubert, en
particular su correspondencia,
la poesía del Siglo de Oro,
lector callado es mi estado
normativo, dispuesto a
echar los restos en un
cuarto interior, casa con
tokonoma, ikebana, siete
bonsáis, puertas corredizas
de shoji, vida provinciana:
radicado hace unos años
en Vermont.
Frío que pela, poca ropa mas adecuada a estos
inviernos brutales, el lago
se hiela, buen pescado,
mercados de frutas y
verduras que recuerdan
a España, veremos si la
economía casera,
modestas inversiones,
gastos controlados
permitirán zafarnos ya
que no de la Muerte,
ya que no del desgaste
corporal, del momento
actual, sus políticos,
evangelistas, el consumismo
idiota, impuestos, maniobras
de los altos cargos, vivir a
solas, codearnos con gente
de pueblo ducha en asuntos
prácticos, carpinteros,
zapateros, desconocer
lo demás.
El día concluye, no ha sucedido nada, murió Félix
Grandet, de Anlushán
nadie se acuerda, les
cuento a mis dos hijas
un cuento chino cuando
las pongo (arrebujadas)
a dormir, bien tapadas:
el grueso edredón beige,
piyamas de franela, se
acurrucan, se burlan de
mí Oh qué padre
sentimental tenemos,
albricias, se han dormido:
tengo dos horas por
delante para leer los
cuentos de Pavese,
mi mujer me cuenta,
sé que miente, que
pasé la noche
durmiendo en el
butacón del cuarto
interior, no quiso
despertarme, habré
dormido a retazos,
lo sé porque terminé
las páginas que quise
leer anoche.
***
DE ÚLTIMAS HORAS
La lámpara de pie, callada.
El silencio de las maderas ni árbol ni
crepitación.
Una oscuridad intermedia donde la
luz envejece, noche
cerrada, sueño, un
escarabajo escudriña
las grietas de un suelo
de tablas.
Aguas muertas en un vaso, desaliento,
extiendo el brazo
(¿duermo?) la sed
(somera) insuficiente,
vuelvo vertical al sueño.
¿Y si Dios fuera un bromista como un buen
padre? ¿Ése que no
te pasa la factura?
Despertar como en aquel poema de Antero
do Quental en la
mano de Dios, en
su mano derecha.
Sentarnos a la mesa, coros celestiales el
halo, gañe bajo la
mesa un animal
doméstico de
porcelana.
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