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7 poemas de Enrique Lihn - Zenda
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7 poemas de Enrique Lihn

*** Vieja en el Subway  La piel es ya de trapo y empaqueta la carne desmigajada como si fuera estopa o aserrín. La cabeza ha dejado de alzarse sobre el cuello rígido y curvo como un asa; pero viaja en el subway a velocidades incomprensibles para ella se deja llevar por esta necesidad, entredormida aferrada...

Enrique Lihn fue un poeta nacido en Santiago de Chile, Chile, en 1929. Es una de las voces imprescindibles de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Pese a ser conocido principalmente por su labor poética supo también desplegar su discurso ácido y escéptico en el ámbito de la crítica, la narrativa, la dramaturgia, el comic y el happening, convirtiéndose en un animador fundamental de la vida literaria y cultural del Santiago de su época. En 1942, ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Santiago, lo que demuestra una vocación que permanecería en él a lo largo de los años, pese a abandonar la formación plástica. A partir de esta experiencia, Lihn no sólo se vincularía al grupo intelectual formado en torno a esta Escuela, sino que más tarde colaboró con diversos medios de prensa en el área gráfica, publicando incluso Un cómic (1992), obra realizada en colaboración con Alejandro Jodorowsky, en la cual Lihn ofició como dibujante. Participó en innumerables proyectos editoriales, como la revista Cormorán (1969-1971) y la edición del collage Quebrantahuesos (1952). También colaboró con poemas, columnas y artículos de opinión en los diarios El Siglo, Las Últimas Noticias y La Época, así como en Revista de Arte, Atenea, Cauce y Apsi. Asimismo, desarrolló una intensa vida académica, vinculada fundamentalmente al Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile y a los Talleres de Poesía de la Universidad Católica. Su libro de 1963, La pieza oscura, es considerado una de las obras fundamentales de la poesía chilena. En 1966, Poesía de paso obtuvo el Premio Casa de las Américas de Cuba. Otras obras suyas destacadas son La musiquilla de las pobres esferas (1969) y A partir de Manhattan (1979). En el período de la dictadura militar publicó una de las obras más significativas de la literatura testimonial chilena: El paseo Ahumada (1983). Después de ser diagnosticado con cáncer terminal, se abocó a su útltimo libro: Diario de Muerte, publicado en forma póstuma por Pedro Lastra y Adriana Valdés. Fue íntimo amigo de Jorge Teillier, pero su amistad se rompió por completo como consecuencia de la boda de Teillier con Beatriz Ortiz de Zárate, antigua compañera de Lihn, derivando este hecho en un enfrentamiento abierto con duros golpes a las poéticas de uno y otro en artículos y ensayos. Algunas antologías destacadas de su obra son Porque escribí: antología poética (Fondo de Cultura Económica Chile, 1995), Poesía, situación irregular (Visor, 2014), Sólo sé que seremos destruidos (Gog & Magog, 2019) o Poesía reunida (Universidad Diego Portales, 2019). Falleció en Santiago el 10 de julio de 1988.

***

Vieja en el Subway 

La piel es ya de trapo y empaqueta la carne
desmigajada como si fuera estopa o aserrín.
La cabeza ha dejado de alzarse sobre el cuello rígido
y curvo como un asa; pero viaja en el subway
a velocidades incomprensibles para ella
se deja llevar por esta necesidad, entredormida
aferrada a sus bienes muebles
bultos de un peso que la ancla en sí misma,
semivacíos, más llenos de papeles que de cosas.
Se ha maquillado como todos los días para llegar
amanecida a otra estaci6n de la noche
pintada de rosa y blanco matizados de un lila
natural, esta flor de la muerte
Destino que se desplaza
cumplido pero persistente
hacia una calle en el fin del mundo
Hotel Welfare en Broadway:
una cama como una fosa
para morir en vida.

***

Nunca salí del horroroso Chile 

Nunca salí del horroroso Chile
mis viajes que no son imaginarios
tardíos sí – momentos de un momento –
no me desarraigaron del eriazo
remoto y presuntuoso
Nunca salí del habla que el Liceo Alemán
me inflingió en sus dos patios como en un regimiento
mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible
Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor:
el miedo de perder con la lengua materna
toda la realidad. Nunca salí de nada.

***

Corte de pelo

Te pedí que te cortaras el pelo
para que volviera a su suavidad natural
Como todo lo demás lo hiciste a medias
A medias me rompieron la cara en tu nombre, a la vuelta de
la esquina
y a medias me esperabas, entre tanto, en la casa  pues partiste
enseguida
a refugiarte en otra. Y a medias le habías dicho al agresor
que me amabas. Pero, eso sí, le diste mi nombre y mi dirección
pues no todo ha de hacerse a medias
tuviste la honradez de pensar
en un cincuenta por ciento

***

Kandinsky 1904

La relación de unas cosas con otras
iba borrando poco a poco las cosas

Versos sin palabras

Formas sin figuras.

No bien partía un barco de la orilla
cuando ya no era ni orilla ni barco ni partía

***

Autocine

Se lee en la pantalla: sólo para ti
La función empezaría siempre que te duermes
Si no fuera porque, a veces, felizmente la pierdes
Vienes al cine solo
como lo estás en la pantalla
tus encuentros en ella con la primera actriz
aunque fatales no agregan
su nombre a la falacia del reparto:
tú mismo haces todos los papeles.
Igual, será la última vez que trabajemos juntos
La angustia que te despierta tiene un aire de falsedad
Desistes de anotar en tu cuaderno de sueños
esa cosa de nada que llenaría cien páginas
el análisis para qué
una interpretación de rutina

***

Monólogo del padre con su hijo de meses
Nada se pierde con vivir, ensaya:
aquí tienes un cuerpo a tu medida
Lo hemos hecho en sombra
por amor a las artes de la carne
pero también en serio, pensando en tu visita
como en un nuevo juego gozoso y doloroso;
por amor a la vida, por temor a la muerte
y a la vida, por amor a la muerte
para ti o para nadie.

Eres tu cuerpo, tómalo, haznos ver que te gusta
como a nosotros este doble regalo
que te hemos hecho y que nos hemos hecho.
Cierto, tan sólo un poco
del vergonzante barro original, la angustia
y el placer en un grito de impotencia.
Ni de lejos un pájaro que se abre en la belleza
del huevo, a plena luz, ligero y jubiloso,
sólo un hombre: la fiera
vieja del nacimiento, vencida por las moscas,
babeante y rebosante.

Pero vive y verás
el monstruo que eres con benevolencia
abrir un ojo y otro así de grandes,
encasquetarse el cielo,
mirarlo todo como por adentro,
preguntarle a las cosas por sus nombres
reír con lo que ríe, llorar con lo que llora,
tiranizar a gatos y conejos.

Nada se pierde con vivir, tenemos
todo el tiempo del tiempo por delante
para ser el vacío que somos en el fondo.
Y la niñez, escucha:
no hay loco más feliz que un niño cuerdo
ni acierta el sabio como un niño loco.
Todo lo que vivimos lo vivimos
ya a los diez años más intensamente;
los deseos entonces
se dormían los unos en los otros.
Venía el sueño a cada instante, el sueño
que restablece en todo el perfecto desorden
a rescatarte de tu cuerpo y tu alma;
allí en ese castillo movedizo
eras el rey, la reina, tus secuaces,
el bufón que se ríe de sí mismo,
los pájaros, las fieras melodiosos.
Para hacer el amor allí estaba tu madre
y el amor era el beso de otro mundo en la frente,
con que se reanima a los enfermos,
una lectura a media voz, la nostalgia
de nadie y nada que nos da la música.

Pero pasan los años por los años
y he aquí que eres ya un adolescente.
Bajas del monte como Zaratustra
a luchar por el hombre contra el hombre:
grave misión que nadie te encomienda;
en tu familia inspiras desconfianza,
hablas de Dios en un tono sarcástico,
llegas a casa al otro día, muerto.
Se dice que enamoras a una vieja,
te han visto dando saltos en el aire,
prolongas tus estudios con estudios
de los que se resiente tu cabeza.
No hay alegría que te alegre tanto
como caer de golpe en la tristeza
ni dolor que te duela tan a fondo
como el placer de vivir sin objeto.
Grave edad, hay algunos que se matan
porque no pueden soportar la muerte,
quienes se entregan a una causa injusta
en su sed sanguinaria de justicia.
Los que más bajo caen son los grandes,
a los pequeños les perdemos el rumbo.
En el amor se traicionan todos,
el amor es el padre de sus vicios.
Si una mujer se enternece contigo
le exigirás te siga hasta la tumba,
que abandone en el acto a sus parientes,
que instale en otra parte su negocio.

Pero llega el momento fatalmente
en que tu juventud te da la espalda
y por primera vez su rostro inolvidable en tanto huye de ti

que la persigues

a salto de ojo, inmóvil, en una silla negra.
Ha llegado el momento de hacer algo
parece que te dice todo el mundo
y tu dices que sí, con la cabeza.
En plena decadencia metafísica
caminas ahora con una libretita de direcciones en la mano,
impecablemente vestido, con la modestia de un hombre

joven que se abre paso en la vida,

dispuesto a todo.
El esquema que te hiciste de las cosas hace aire y se hunde

en el cielo dejándolas a todas en su sitio.

De un tiempo a esta parte te mueves entre ellas como un

pez en el agua.

Vives de lo que ganas, ganas lo que mereces, mereces lo que

vives;

has entrado en vereda con tu cruz a la espalda.
Hay que felicitarte:
eres, por fin, un hombre entre los hombres.

Y así llegas a viejo
como quien vuelve a su país de origen
después de un viaje interminable
corto de revivir, largo de relatar,
te espera en tí la muerte, tu esqueleto
con los brazos abiertos, pero tú la rechazas
por un instante, quieres
mirarte larga y sucesivamente
en el espejo que se pone opaco.
Apoyado en lejanos transeúntes
vas y vienes de negro, al trote, conversando
contigo mismo a gritos, como un pájaro.
No hay tiempo que perder, eres el último
de tu generación en apagar el sol
y convertirte en polvo.

No hay tiempo que perder en este mundo
embellecido por su fin tan próximo.
Se te ve en todas partes dando vueltas
en torno a cualquier cosa como en éxtasis.
De tus salidas a la calle vuelves
con los bolsillos llenos de tesoros absurdos:
guijarros, florecillas.
Hasta que un día ya no puedes luchar
a muerte con la muerte y te entregas a ella,
a un sueño sin salida, más blanco cada vez,
sonriendo, sollozando como un niño de pecho.

Nada se pierde con vivir, ensaya:
aquí tienes un cuerpo a tu medida,
lo hemos hecho en la sombra
por amor a las artes de la carne
pero también en serio, pensando en tu visita
para ti o para nadie

***

Seis soledades (fragmento) 

3 

En pie: de guerra todo, menos yo.
Ama de casa en pie de guerra
contra la rata que la invade,
niños en pie de su futuro, con una guerra por delante,
hombres al pie del pie de guerra con sus insignias y proclamas.
Menos yo en pie de qué,
en pie de poesía, en pie de nada.

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Juan Domingo Aguilar

JUAN DOMINGO AGUILAR (Jaén, 1993). Escritor, comunicador y gestor cultural. Fue director del grupo Viridiana Teatro y coeditor de la revista La Novicia. Sus poemas han sido traducidos al portugués, al inglés, al árabe y al italiano y han aparecido en revistas como El Cultural, Periódico de Poesía de la UNAM, Círculo de Poesía, Buenos Aires Poetry, Anáfora, Elipsis, La Raíz Invertida, Nayagua y programas como Tres en la carretera, Radio3 o Página Dos, TVE. Coordina la sección «Versátiles» en Zenda. Ha publicado La chica de amarillo (Finalista del I Premio de Poesía Esdrújula), Nosotros, tierra de nadie (XXXIII Premio Andaluz de Poesía Villa de Peligros), 2ª Ed. La Castalia, Venezuela, 2020, y anticine (V Premio de Poesía José Ángel Valente). En 2019 obtuvo una beca de la Unesco como creador residente en Óbidos (Portugal). Fue residente de la XVIII promoción de la Fundación Antonio Gala.

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