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7 poemas de El triunfo de lo caduco, de Concha García - Zenda
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7 poemas de El triunfo de lo caduco, de Concha García

«Por lo tanto, se abre al campo y el yo se convierte en un nosotros porque a todos nos afecta la prepotencia de quienes están destruyendo este planeta poco a poco y desde hace años. No son poemas sobre ecología, eso es como decir que un poemario es de amor. No me gustan esas etiquetas....

«Por lo tanto, se abre al campo y el yo se convierte en un nosotros porque a todos nos afecta la prepotencia de quienes están destruyendo este planeta poco a poco y desde hace años. No son poemas sobre ecología, eso es como decir que un poemario es de amor. No me gustan esas etiquetas. La trilogía se cierra con Las proximidades, aquello que está próximo pero no le prestamos atención, es decir, mirar lo próximo, y mostrar que hay espacios más abiertos que el propio yo reconcentrado en el dolor y en la pérdida que ya pasaron por mi poesía. Vivir es recorrer diversas perplejidades».

Zenda comparte siete poemas de El triunfo de lo caduco, de Concha García.

***

Sin dolor

Los primeros días
fueron un poco amargos, me refiero
a que la sensación se te ponía en la espalda
y se cumplía el designio.
Era un dolor como ajeno
un exceso de intimidad con ella,
un ir y venir de recuerdos que se tropezaban.
¿Cómo manifestarlo?
Si andabas apresurada, la calle no podía,
si por el rabillo del ojo
entraban las esquinas adorables
hechas de cemento, claro, también
de vidrios, y qué escaparates.
Una hermosa lata de atún del sur
la sonrisa de la mujer
del dibujo, oh, qué momento,
mi madre poniendo la mesa
había sacado del cesto cien gramos
de todo el porvenir que le quedaba. 

***

Apretada entre la gente 

Se da muy pocas veces.
Alguien mirando cómo cambia el paisaje
o la puerta se blinda, también
es un infinito recuerdo
que dura lo que un parpadeo.
A veces dejas de recrearte
en la esencia y buscas soportes
que acarreen lo que fue de ti.
Lapso de tiempo que arranque
la maquinaria de lo dado
a través de todos los miedos.
Y si surgiera, solitaria, la figura,
te apretarías a su cuerpo. No harías
otra cosa.

***

Ante el retrovisor

Eres adorable. Un gesto
abre las tiendas. Mueve el café
sin cucharilla, ronda a los perplejos.
Cae la primavera de golpe
y se une a tu nacimiento
y mueren peces pero pasan aves
y se atolondran los mamíferos
acostumbrados a tus manos
y el mundo cambia de ritmo,
adquiere la marcha deliciosa
del día del principio, y lo que
inquieta, y lo que brota, está
cerca de lo lento, aunque sea
el rayo quien lo nombre.

***

Extravío

En un lugar preciso
inexpresivas bajamos la maleta.
El rumor da paso a la escalera
y después nos rodeamos con los brazos.
Abre una. La otra, no sabe
si la emoción durará
sabe que en el fondo, muy en él
una lluvia de cosas tontas
comenzará a anegar un poco
la pared. Chiquillería y portazos.
Suave viento que estrena la ciudad.
La silueta de ambas en un futuro
ya lejano. Se deduce en ese instante,
un hermoso minuto, y si la pena
es una alteración depresiva del ánimo
cuando se pierde algo,
la melancolía surge cuando el objeto
extraviado es una misma.

***

El permanente crisol de las emociones

Lo busco
no le gusta
se encoge
en el insólito
terreno
bajo las bisagras
que la ventana
muestra
ahora, ahora
es gruñido de animal
de guarida, y puede ser
un aullido
de manada
en desazón,
es un perezoso pez
inmóvil en el estanque
del azul soñado que salta
al brillo de la luna
para hundir su cuerpo
bajo los nenúfares
al menor presentimiento,
es una estrecha gruta
cuyo final ventanoso
termina en espuerta de sombras,
me llaga, al suponerlo
unos pasos más atrás
cuando sientes su olor
y te perfuma la cama
se diluye
en recuerdo de otro recuerdo.

***

H.H. se despide

Soy redonda y poco bella
la naturaleza me ha otorgado
una leve capa de piel
que se congratula del sol,
despellejan los animales
fornidos varones que entre sus manos
contabilizan la suerte
en un promontorio de sabios.
Mi madre es la misma de la fotografía
no se queja del frío
y se lamenta de las escaleras
que sube para la iglesia
rota en los rincones, pañuelos
se izan. Llora el cuarto de estar
de la fotografía.
Es una poeta
con varios hijos. Dice
que cuando pierdes a alguien nunca
es exactamente
la misma persona quien regresa.

***

Paseando entre los eucaliptos 

Llamé
a mi madre y taparon los orificios.
Luego me vi con una maleta
de las de antes, rectangular,
con una franja en medio.

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Laura di Verso

Leo poesía, con o sin rima. Y me gusta que me cuenten cuentos. Frecuento las redes, poco, desde marzo de 2020, como @lauradiverso.

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