Cecilia Pavón es una poeta, narradora y traductora nacida en Mendoza, Argentina, en 1973. Se licenció en Letras por la Universidad de Buenos Aires. En 1999 fundó, junto con Fernanda Laguna, la editorial y galería Belleza y Felicidad, espacio que sirvió de plataforma para la difusión de nuevos artistas y escritores. Algunos de sus libros más destacados en poesía son ¿Existe el amor a los animales? (2001), Pink Punk (2003) o Caramelos de anís (2004). En 2012, Mansalva reunió toda su poesía en un volumen llamado Un hotel con mi nombre y en 2018 esa misma editorial publicó Once Sur. En cuento ha publicado Los sueños no tienen copyright (2010) y Pequeño recuento sobre mis faltas (2015), también destacamos libros como Fantasmas buenos (Overol, 2019), Pequeño recuento sobre mis faltas (Overol, 2019) y Todo los cuadros que tiré (2020). Ha traducido, entre otros, a Tracey Emin, Lorrie Moore, y Dorothea Lasky, de quien realizó para Overol una amplia selección titulada La poesía no es un proyecto (2016).
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Caramelos de anís
Cerraron los shoppings, los bancos, los cines
sólo pensás en dejarte llevar como
esa vagabunda de la película
vanguardista, sin argumento, de la que te habló
un amigo en un baile
Nunca fuiste ninguna parte
y cuando pudiste salir
sólo llegaste a un país en el que te robaron
la imaginación.
Y de vuelta
en el aeropuerto
los empleados de la aerolínea tuvieron que rodear
con una cuerda tu valija
que explotó por estar llena de cosas.
Amás las bicicletas o la danza:
pensás que sólo ellas podrían darte
un sentimiento de cambio concreto
salís a buscar amigos
volvés sola
pasan los días y no llamás a los teléfonos
anotados con letra tan pequeña
en papelitos
los dejás en el balcón
y el sol le borra los números.
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A mi familia
(pink punk)
El año pasado éramos una familia.
A todos nos iba bien, nos queríamos y llegábamos a hacer
cosas realmente extrañas. Nos tirábamos en la alfombra y
escuchábamos música sin hablar
música nueva, lo más nuevo, lo más emocionante.
La música le daba sentido a la vida.
El año pasado yo me sentía amada por ustedes, cuando
llegaba el viernes o el sábado a la noche sabía que iba a
entrar en una zona de alegría y plenitud.
Todo lo que decíamos me entusiasmaba. Realmente nos
escuchábamos los unos a los otros, pero nadie hablaba de
sus problemas, ni contaba cuentos que leyó, ni películas,
ni sueños, ni deseos.
Además, todo entre nosotros era ligero y sensual, cuando
bailábamos en círculo, los seis solos, en ese departamento
de Retiro. Algunas veces estábamos en trance. Sí, qué
raro suena decirlo, pero era un verdadero trance.
Recuerdo una noche de febrero en que se desató Un
temporal, mientras íbamos en el auto de G., G. P. y yo.
Todo era tan dramático y vital.
Estacionamos el auto en la calle Córdoba y cruzamos
corriendo. Entramos a la casa de A, empapados y nos
sacamos la ropa. Fue raro, no se sabe cómo empezó, nos
quedamos desnudos en la oscuridad.
¡Qué forma más extraña de relacionarse los cuerpos los
unos con los otros!
Ahí en la alfombra de A., casi como niños.
Riéndonos al principio, un poco de los nervios. Después a
alguien se le ocurrió buscar un pepino en la heladera, y
en una especie de ceremonia, nos penetramos.
Qué raro que fue eso.También la orgía seca que hicimos en
el Tigre.
Sólo de caricias. Creo que ese día nos amamos realmente.
En esa cama, con las plantas afuera y los insectos
ensordecedores.
Ese día igual que el otro, el agua estuvo presente.
Salimos de la casa para volver a la Capital y había crecido
tanto el río que no se veía ningún camino y y teníamos
que avanzar con el agua hasta las rodillas.
Cuando volví a mi casa esa noche, no lamenté que
tuviésemos que separarnos,
sentía que estábamos unidos por un lazo de color
inextinguible.
Ese día estuve en éxtasis.
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Fiestas
Fiestas fiestas fiestas fiestas y más fiestas
no sé cuándo se terminarán las fiestas
sueños sueños sueños sueños sueños y más sueños
no sé cuándo se terminarán los sueños
realidad realidad realidad y más realidad
no sé cuándo se terminará la realidad
siempre me pregunto
qué es más real?
esto o aquello?
esto o aquello?
esto o aquello?
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Supermercado mayorista
Es un día hermoso
y voy al mayorista a comprar productos de limpieza.
Gabriela me dio la consigna de escribir como un animal
(tenemos un ejercicio que es darnos consignas de escritura).
¿Qué pensarán los animales de este sol que hay
hoy en Buenos Aires?
Cada vez que hay un día como este,
con el cielo perfecto y un azul,
casi cian
pienso qué suerte, ¿cuántos años más durará?
¿Cuántos años más durará la atmósfera?
Voy en bicicleta a un bar que está frente a Parque Patricios
y miro los árboles que son como venas.
Hoy voy al mayorista a comprar jabón para lavar la ropa,
amo el mayorista
con sus góndolas multiplicadas por tres hasta el techo,
góndolas cubriéndolo todo hacia los costados.
Me encanta sentir que todo ahí es barato
mientras agarro seis botellas de jabón marca Ariel
calculo hasta cuándo me durarán.
Después tomo un café en el barcito del mayorista
que también es mucho más barato
que cualquier café del barrio.
¿Hasta cuándo durará la atmósfera?
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Árbol
Cuando te enamorás el mundo
se vuelve un lugar tan sensual que te lastima
el amor no se puede conjugar en pasado
y de repente un árbol oscuro crece en el living de tu casa
Recorrerás las ramas de ese árbol para siempre,
Y siempre será un milagro.
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MP3
Bajo toda la música que me dicen
y me gusta toda la música
pero la que más me gusta
es la que escuchamos juntos
(mentira).
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Deseo
¿Cuántas formas de deseo existen? ¿puede ser que tantas?
¿No podría llegar un milagro, a través del cual yo cerrara
los ojos y simplemente te encontrara besándome y eso
cargara sobre sí la marca de la eternidad o el infinito?
Pero debe haber tantos deseos como formas: cuadrado,
con forma de flecha, redondo, triangular, con puntas,
con aristas, vertical, deshecho, inanimado.
Todavía recuerdo el momento en que el amor parecía
posible: mes de noviembre, aire luminoso, un muchacho
dormía conmigo,
hablábamos en la cama mientras fumábamos marihuana
y tabaco mezclados, él me tomaba la mano
bajo las sábanas.
Hace seis meses que no he besado a nadie.
Seis meses sin hacer el amor. Tengo 27 años,
desde los 18, nunca antes me había pasado.
Mi cuerpo en estado de alerta, podría usar muchos verbos
para describirlo paredes que se levantan
y que vienen a poblar especies de hiedras mentales.
Es otoño, lamento que se acerque el invierno.
Siento que me deben un verano.
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