Azahara Palomeque es una escritora e investigadora española nacida en El Sur en 1986. Es autora de cuatro poemarios: Currículum (RiL Editores, 2022), RIP (Rest in Plastic) (RiL Editores, 2019), En la Ceniza Blanca de las Encías (Isla de Siltolá, 2017), American Poems (Isla de Siltolá, 2015; Coolgrove, 2021), y la plaquette bilingüe El Diente del Lobo / The Wolf’s Tooth (Carmina in minima re, 2014), así como de las memorias Año 9: crónicas catastróficas en la Era Trump (RiL Editores, 2020), fruto de su experiencia en Estados Unidos, adonde emigró con motivo de la crisis financiera de 2008. Palomeque ha publicado numerosos poemas, cuentos y ensayos en revistas culturales españolas, estadounidenses y latinoamericanas; su obra ha sido incluida en varias antologías, y ha sido traducida al inglés y al griego. Ha participado en recitales poéticos y conferencias en varias universidades norteamericanas, en la Biblioteca Pública de Nueva York y la Free Library de Filadelfia, el Instituto Cervantes de Nueva York, así como en la Feria del Libro de Madrid, la de Badajoz y el Festival Voces del Extremo, entre otros. Además de su labor poética, es periodista en La Marea y la revista asociada Climática, y colabora asiduamente con otros medios como El País, la Cadena Ser y Carne Cruda. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, posee un Máster en Estudios Luso-Brasileños por la Universidad de Texas en Austin, y es Doctora en Estudios Culturales por la Universidad de Princeton. Trabajó como profesora asociada de filosofía y política internacional en la Universidad de Pensilvania. Tras casi trece años residiendo en Estados Unidos, ahora vive feliz en Extremadura dedicada exclusivamente a la escritura de artículos y libros.
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Residencia en el cieno
Ya casi
no se siente. Llueve a pedazos, se recoge
en el reloj templado de la madrugada, tres minutos
apenas es lo que tarda la criatura herida
en subir la escalera, menos
si va rodando. Casi
no pertenece si aprendo a dominar la presencia, ser fría
tras la máquina, hacer los gestos oportunos y asentir
bajo los techos. Ya casi
no desgasta, existe en la sima pero, desde la tos, parece un pájaro
desnudo, exilio que se habitúa,
manoplas en descomposición
me descubren América.
***
Estertor
El augusto
desmentir de la boca, tubería abajo, donde moran
los insectos practicándole a los astros
cirugías de luz,
aquel cieno amarillo de la noche.
La ruina, tráquea arriba
y abajo en alas que no padecen.
Y tengo el regusto de los hombres muertos en el acero de las mallas ciclónicas,
y doy besos con sus órganos,
melaza negra, multitud en mitad
del ciclo respiratorio.
***
El proceso
primero, te privan de cualquier otra lumbre:
los amigos, las cicatrices no sanan
bajo el emplasto dócil. después, te dicen
aquí está tu reino, hallarás en pastillas vulnerable
el cetro que lo haga seguro: ten,
tu encomienda habita en la oficina. la decorarás a gusto,
en el horario que mejor proscriba tu tendencia a llorar
fortalecerás tus músculos para golpearte más fuerte;
nada puede si no tú
el futuro frágil de los vencidos.
dueño de rostro impertérrito, consciente de un cuerpo
habitable en resinas, calibrarás los actos, medirás el peso
de la palabra, no te presentarás
como enemigo propio. ocultarás el roce
con la hierba pero presumirás
de jardín dominado; dependiendo del caudal,
besarás al salmón o los cantos.
en ti, no más que en tu antro intestino, el reino
se quiebra o rehace, las muñecas se secan,
el aire adquiere otra festividad que niega memorias.
al fin, acabas sabiendo del suicidio.
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Cancelaciones
trabaja,
y en la decrepitud de estos seres
encuentra su sentido.
todas las mañanas fiel suda y se lame las manos
que claudicarán en otro.
le pagan por no, como decisión unánime
tomada por sus órganos.
se mastica los ojos: no hubo, tal vez,
una opción del todo ética; buscó errante
la cápsula que al tiempo diera a luz, detonó
cuantas enfermedades pudo.
pero trabaja,
fiel al autobús entre cohortes iguales,
se disfraza y sale a silenciar un propósito:
pequeña miaja sutura.
es una recomponiendo tanta esquirla interna;
una ajena que no la deja dormir
sino cerrar los ojos.
mareada, y sólo tiene que seguir
y morder despacio la zona asignada.
irguió los sueños que desembocan
en esta blasfemia; creyó a tientas
las lecciones de antaño.
trabaja
y, si la ves de frente, te la encuentras
en la parada o dice buenos días, jamás
adivinarás que apenas vive
de la queja balsámica, en cuya lengua enloda
la obediencia,
la inteligencia.
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Jornada laboral (I)
me mantiene lactante
a la vieja hora de la sal, una palabra, briza
de otro mundo – tal vez
allí –, una caricia
en la axila.
me pagan por esta disciplina de órganos
a los que apuntan astillas, bruñidas, barnizadas
con sacos de ojos;
y trabajo
como aire mintiendo, trabajo y
me poso en la sangre, la incubo pergeño intestino
sogueando
el café en su mota y al bebé en su pequeño
pulgar mutilado.
me mantiene
hiriente y sepulta, racionada
con un sueño escaso que apenas reclama ya viene
la culpa. y cada milímetro
sabe comportarse como llaman ventana
al muro de cristal.
***
Oferta de trabajo
se requiere
muchacha que sepa acariciar el lomo de un perro
con las manos de haberse despedido. institutriz
practicable, miembro obediente de aspecto
calibradamente humano, sin excesos;
que pueda desapercibirse sola, que taladre
la piel animal vaya ello
en contra o en su beneficio. la jornada
será redonda; sus calificaciones, altas; dueña
en el rendir habitual y capaz
de regar con lágrimas orgánicas el asfalto, ausente
de quejas, prolija en escaparates, sus rodillas
oscuramente cubiertas
deberán soportar el peso de las manos
ajenas. estropajo sus ojos
ujieres tantean lo que precisa decir y lo hará
con sonrisa. se requiere y se alquila
el poco hambre que dure su contrato.
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