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5 poemas de José Hierro - Zenda
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5 poemas de José Hierro

Está considerado como uno de los grandes poetas contemporáneos en nuestra lengua. Su carrera literaria estuvo repleta de premios y reconocimientos. A continuación te ofrecemos 5 poemas de José Hierro. Así era Canta, me dices. Y yo canto. ¿Cómo callar? Mi boca es tuya. Rompo contento mis amarras, dejo que el mundo se me funda. Sueña, me...

Está considerado como uno de los grandes poetas contemporáneos en nuestra lengua. Su carrera literaria estuvo repleta de premios y reconocimientos. A continuación te ofrecemos 5 poemas de José Hierro.

Así era

Canta, me dices. Y yo canto.
¿Cómo callar? Mi boca es tuya.
Rompo contento mis amarras,
dejo que el mundo se me funda.
Sueña, me dices. Y yo sueño.
¡Ojalá no soñara nunca!
No recordarte, no mirarte,
no nadar por aguas profundas,
no saltar los puentes del tiempo
hacia un pasado que me abruma,
no desgarrar ya más mi carne
por los zarzales, en tu busca.

Canta, me dices. Yo te canto
a ti, dormida, fresca y única,
con tus ciudades en racimos,
como palomas sucias,
como gaviotas perezosas
que hacen sus nidos en la lluvia,
con nuestros cuerpos que a ti vuelven
como a una madre verde y húmeda.

Eras de vientos y de otoños,
eras de agrio sabor a frutas,
eras de playas y de nieblas,
de mar reposando en la bruma,
de campos y albas ciudades,
con un gran corazón de música.

Desaliento

«No quiero que pienses», dices
Tú sabes que sólo en ello
puedo pensar. Pasarán
los días, las noches. Tiempos
vendrán sin nosotros. soles
brillarán en cielos nuevos.
Ecos de campana harán
más misterioso el silencio.
(«No quiero que pienses».)
Yo seguiré pensando en ello.

Quisiera hablarte de hermosas
fábulas, de pensamientos
luminosos, de jornadas
soñadas, de flores, vientos,
caricias, ternuras, gracias,
secretos;
pero en la boca me nacen
palabras de fuego.
Como llamas silenciosas
me abrasan por dentro.

Debiera decirte «amor»,
«fantasía», «sueño».

Yo sólo pregunto cómo
fue posible aquello.
Seguiría, paso a paso,
la huella de tu andar. Dentro
de tu vida escondería
la vida que muero.

«No quiero que pienses». Yo
digo que no pienso en ello.
(Cómo podría olvidarlo
sin haberme muerto.)

El buen momento

Aquel momento que flota
nos toca de su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.

Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.

Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron
y las hay que llenan todo
nuestro universo.

Y no es posible librarse
de su recuerdo.

La mano es la que recuerda

La mano es la que recuerda
Viaja a través de los años,
desemboca en el presente
siempre recordando.

Apunta, nerviosamente,
lo que vivía olvidado.
la mano de la memoria,
siempre rescatándolo.

Las fantasmales imágenes
se irán solidificando,
irán diciendo quién eran,
por qué regresaron.

Por qué eran carne de sueño,
puro material nostálgico.
La mano va rescatándolas
de su limbo mágico.

Llegada al mar

Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Y he vuelto. Quiebro con mis piernas
tu serena cristalería.
Es como ahondar en los principios,
como embriagarse con la vida,
como sentir crecer muy hondo
un árbol de hojas amarillas
y enloquecer con el sabor
de sus frutas más encendidas.
Como sentirse con las manos
en flor, palpando la alegría.
Como escuchar el grave acorde
de la resaca y de la brisa.

Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Era en otoño, y en otoño
llego, otra vez, a tus orillas.
( De entre tus ondas el otoño
nace más bello cada día. )

Y ahora que yo pensaba en ti
constantemente, que creía…

( Las montañas que te rodean
tienen hogueras encendidas.)

Y ahora que yo quería hablarte,
saturarme de tu alegría…

( Eres un pájaro de niebla
que picotea mis mejillas. )

Y ahora que yo quería darte
toda mi sangre, que quería…

(Qué bello, mar, morir en ti
cuando no pueda con mi vida.)

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José Hierro

José Hierro nace el 3 de abril de 1922 en Madrid, pero a los dos años se traslada a Santander, ciudad que será testigo de su juventud. De 1939 a 1944 pasará por diversas cárceles de España bajo la acusación de pertenecer a una red clandestina de ayuda y socorro a los presos. En 1947 publica 'Tierra sin nosotros' y 'Alegría' recibe el Premio Adonáis. Un año después ve la luz 'Con las piedras, con el viento…'. En 1952 Francisco Ribes le incluye en la 'Antología consultada de la joven poesía española' y comienza a trabajar en Editora Nacional. A partir de ese momento publicará 'Quinta del 42' (1953), 'Antología poética' (1954), 'Estatuas yacentes' (1955), 'Cuanto sé de mí' (1957) —por el que recibe el premio de la Crítica y el Premio Juan March— y 'Libro de las alucinaciones' (1964), que obtiene de nuevo el Premio de la Crítica. En los inicios de los setenta dirige una tertulia poética en el Ateneo y un programa en Radio Nacional, donde permanecerá hasta su jubilación en 1987. En 1981 recibe el premio Príncipe de Asturias. En 1990 se edita 'Agenda' y se le concede el Premio Nacional de las Letras. En 1998 concluye 'Cuaderno de Nueva York' y se le conceden el Premio Cervantes y el Premio de la Crítica, además de ser elegido académico de la Real Academia de la Lengua. Fallece el 21 de diciembre del 2002 en Madrid.

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