Vittoria Colonna fue marquesa de Pescara, y también una reconocida intelectual de su época y famosa poeta. A continuación reproduzco 5 poemas de Victoria Colonna.
Recuerdos de su esposo
De mi sol claro, con la muerte ciego,
aquí miro doquier las dulces huellas;
ciego no; más allá de las estrellas
arde con luz más clara y vivo fuego.
Aquí vencido de mi amante ruego,
él me mostró sus cicatrices bellas,
y yo mis labios estampaba en ellas,
y las bañaba de mi llanto el riego.
Sus brillantes victorias me contaba
y el modo y la ocasión con la serena
faz con que abría la contienda brava;
de llanto rompo en dolorosa vena,
pues lo mismo que un tiempo me alegraba
me causa ahora inconsolable pena.
De mi sol claro
De mi sol claro, con la muerte ciego,
aquí miro doquier las dulces huellas;
ciego no; más allá de las estrellas
arde con luz más clara y vivo fuego.
Aquí vencido de mi amante ruego,
él me mostró sus cicatrices bellas,
y yo mis labios estampaba en ellas,
y las bañaba de mi llanto el riego.
Sus brillantes victorias me contaba
y el modo y la ocasión con la serena
faz con que abría la contienda brava;
de llanto rompo en dolorosa vena,
pues lo mismo que un tiempo me alegraba
me causa ahora inconsolable pena.
Al Cardenal Bembo
¡Ay! ¡cuánto fui a mi sol, contrario al hado
que antes el numen con su rayo ardiente
no os encendió, para que eternamente
fuerais más claro vos, el más loado!
Con vuestro estilo noble y levantado
entre todos famoso y excelente
su nombre hubierais del ocaso a oriente
de la segunda muerte preservado.
¡Pudiese daros yo el ardor, que siento,
o vos a mí la inspiración suprema,
para cantar un mérito tan nuevo!
Mas al cielo dejamos descontento
vos porque no escogisteis ese tema,
yo porque de tal sol a hablar me atrevo.
Tan solo escribo para ahogar el llanto
Tan solo escribo para ahogar el llanto
que a mi pecho alimenta únicamente,
y no por añadir luz a mi sol,
que dejó en tierra tan preciados restos.
Justa razón a lamentar me empuja;
mucho me duele el reducir su gloria;
con palabras más sabias y otra pluma
quitarán a la muerte otros su fama.
Mi fe pura, mi ardor, mi interna pena
ante todos me excuse, que es tan grave
que no la enfrentan la razón ni el tiempo.
Un amargo llorar, no un dulce canto,
no voz serena, lúgubres suspiros,
no en estilo, en dolor me dan ventaja.
Solo escribo para aliviar el daño
Solo escribo para aliviar el daño
que suele al pecho enviar la luz del mundo
y no para alumbrar a mi sol bello
al claro espíritu y al honrado despojo.
Justa razón a lamentar me lleva,
a doler que su gloria yo decrezca;
con otra pluma y palabras más sabias
hay que a la muerte arrebatar su nombre.
La pura fe, el ardor, la intensa pena
todos a mí me excusen, que el gran llanto
es tal, que tiempo ni razón lo frenan.
Amargo lagrimar, no dulce canto,
foscos suspiros que no voz serena
no de estilo mas de dolor presumo.
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