Los poetas feroces cuentan lobos para dormir (Menoscuarto) es un homenaje a la poesía y, muy especialmente, a los poetas que mantuvieron desigual debate entre poesía y vida. Con soltura y atrevimiento, huyendo de tópicos habituales, desde ángulos novedosos sabe reflexionar y dar la vuelta a la realidad preconcebida. Su humor y aparente despreocupación están, sin embargo, teñidos de amargura, pues sus poemas no dejan de ser sino una tentativa de lo infinito inalcanzable, la constatación de que, a la postre, la vida es mucho más que la poesía.
Zenda comparte cinco poemas del último libro de Pedro Flores.
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EL NEGOCIO DE LA CHATARRA
Estoy en el negocio de la chatarra.
Poseo un camión viejo y un olfato de cerdo metálico
con el que venteo una brizna de plata
entre el clamor chirriante de la quincalla.
Los nuevos poetas conducen mudos coches eléctricos,
cuando me adelantan en la carretera
aprietan el acelerador con la sonrisa
y me digo admirado ahí va un poeta de hoy.
Conducen dictando poemas a sus dispositivos,
poemas sobre la pureza del horizonte, luego,
en casa, se masturban con la voz de sus navegadores.
Yo soy el hojalatero, rebaño el óxido de las palabras,
soy una hiena con una prótesis en la risa,
escarbo en los vertederos a por los caparazones
de las máquinas que emponzoñaban el aire,
abrevo en las charcas de metal pesado
y me la casco mirando el viejo póster del Playboy
que cuelga de la pared de un taller mugroso;
miss octubre del ochenta y seis,
ese año nacieron muchos poetas,
algunos de ellos se ríen de medio lado
cuando me adelantan en la carretera.
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A LOS HERMOSOS PIES DE HERODÍAS EL TIEMPO ASESINA A STÉPHANE MALLARMÉ
Si la belleza no fuera la muerte…
Mallarmé
Al igual que el tiempo nunca acaba de construir
una mujer hermosa, pues se demora en sus párpados
esperando la luz de una estrella que no se ha muerto,
trazando el sucesivo palimpsesto de sus caprichos,
tampoco puede acabarse nunca el poema
que habla de una mujer hermosa.
Un lejano día esa mujer conspira
para cercenar la cabeza de un profeta:
Una muchacha, no menos hermosa, ha de danzar,
un rey consentirá al dictado de esa belleza de dos filos,
la hoja de metal cercenará la cabeza del profeta.
Todo eso que ya sucedió aún no puede suceder
mientras Stéphane no acabe el poema donde
una hermosa mujer echa a danzar la muerte,
un rey se deleita con sus dos hermosas,
una cabeza mira de frente a su profeta.
Pero el tiempo, que es como una cuerda de violín herido,
como la red de una araña en la tormenta,
quiere seguir sucediendo, no entiende de poemas,
el tiempo quiere su danza, su cabeza cortada,
y escucha poeta donde decía profeta;
el tiempo se parece a Stéphane, no quiere palabras,
persigue tan sólo la pura y sublime sensación.
El tiempo tiene los tímpanos de polvo
y golpea con su filo el cuello equivocado
y la cabeza de Stéphane cae a los pies de Herodías
como caen los imperios ante la danza del tiempo,
como caen las reinas ante los poemas hermosos.
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NOCTURNO Y EXTINCIÓN
Los poetas feroces cuentan lobos para dormir.
Una vez los lobos casi se extinguen,
entonces los poetas feroces enfermaron de insomnio
y escribían durante toda la noche.
Fue entonces que decidieron salvar a los lobos,
para que el mundo no se poblara
con la canina, trasnochada poesía de las bestias.
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TODOS LOS CICLONES DEBERÍAN LLAMARSE COMO ABUELA
tan olvidada ya del primer nombre
Quevedo
Está bien que se dé nombre a los ciclones,
uno sabe así quién le voló la vaca, la casa, la abuela.
Si el ciclón se llama como el hijo del vecino
eso confirmará que era él quien envenenaba a los gatos.
Está bien que se dé nombre a las vacas,
así uno sabe cómo llamarlas en medio de un ciclón,
si el ciclón se llama como una vaca
no puedo evitar decirlo, será un ciclón de la leche.
Pero los ciclones deberían llamarse como abuela,
así ella vería su nombre en los periódicos
y todos repetirían ese nombre por la calle
y descubrirían que era ella y no el hijo del vecino
quien envenenaba a los gatos,
porque olvidó que aquello no es comida para gatos.
Todos los ciclones deberían llamarse como abuela,
que toda esa voracidad tenga la medida de esas letras,
para que sea su nombre lo último que ella olvide
y, sobre todo, para que vea su nombre en las noticias,
a todas horas, escrito sobre las imágenes de las ciudades devastadas
y los océanos invertidos, y los repartos de comida,
ahí, en ese sillón del que nunca se levanta
desde que le sopla el ciclón del olvido en la cabeza.
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QUÉ OLVIDO TAN GRANDE TIENES
Por la noche, el poeta feroz
cuenta una historia para dormir a su hijo.
Y el lobo, disfrazado de niño,
abre las fauces y engulle al poeta.
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Autor: Pedro Flores. Título: Los poetas feroces cuentan lobos para dormir. Editorial: Menoscuarto. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
BIO
Pedro Flores (Las Palmas de Gran Canaria, 1968) es un prolífico poeta que paulatinamente ha ido afinando su inspiración con creciente acierto. Entre sus numerosos títulos de poesía, cabe destacar El complejo ejercicio del delirio (1998), Premio Tomás Morales, Como pasa el aire sobre el lomo de una bestia (2014), Premio Oliver Belmás, Coser para la calle (2017), Premio José Hierro, o Don de la pobreza (2019), Premio Flor de la Jara, además de la antología Salir rana, aparecida en 2016 en Renacimiento. Este mismo año 2022 se le ha otorgado, junto al Jorge Manrique, el Premio Generación del 27 por su libro Los pájaros contrarrevolucionarios (y otros poemas).
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