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5 poemas de Gil de Biedma - Zenda
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5 poemas de Gil de Biedma

Poeta incluido dentro de la generación del 50. Su influencia posterior ha sido notable pese a no haber publicado un gran número de libros. A continuación os ofrecemos 5 poemas de Gil de Biedma. Amor más poderoso que la vida La misma calidad que el sol de tu país, saliendo entre las nubes: alegre y...

Poeta incluido dentro de la generación del 50. Su influencia posterior ha sido notable pese a no haber publicado un gran número de libros. A continuación os ofrecemos 5 poemas de Gil de Biedma.

Amor más poderoso que la vida

La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.

La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.

La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.

Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido…

Contra Jaime Gil de Biedma

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco…
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

Conversación

Los muertos pocas veces libertad
alcanzáis a tener, pero la noche
que regresáis es vuestra,
vuestra completamente.

Amada mía, remordimiento mío,
la nuit c’est toi cuando estoy solo
y vuelves tú, comienzas
en tus retratos a reconocerme.

¿Qué daño me recuerda tu sonrisa?
¿Y cuál dureza mía está en tus ojos?
¿Me tranquilizas porque estuve cerca
de ti en algún momento?

La parte de tu muerte que me doy,
la parte de tu muerte que yo puse
de mi cosecha, cómo poder pagártela…
Ni la parte de vida que tuvimos juntos.

Cómo poder saber que has perdonado,
conmigo sola en el lugar del crimen?
Cómo poder dormir, mientras que tú tiritas
en el rincón más triste de mi cuarto?

¿Fue posible que yo no te supiera?

¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?

Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas!

Pero pasaste
como un Dios destruido.

Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.

Himno a la juventud

Heu! quantum per se candida forma valet!
Propercio, II, 29, 30

A qué vienes ahora,
juventud,
encanto descarado de la vida?
¿Qué te trae a la playa?
Estábamos tranquilos los mayores
y tú vienes a herirnos, reviviendo
los más temibles sueños imposibles,
tú vienes para hurgarnos las imaginaciones.

De las ondas surgida,
toda brillos, fulgor, sensación pura
y ondulaciones de animal latente,
hacia la orilla avanzas
con sonrosados pechos diminutos,
con nalgas maliciosas lo mismo que sonrisas,
oh diosa esbelta de tobillos gruesos,
y con la insinuación
(tan propiamente tuya)
del vientre dando paso al nacimiento
de los muslos: belleza delicada,
precisa e indecisa,
donde posar la frente derramando lágrimas.

Y te vemos llegar: figuración
de un fabuloso espacio ribereño
con toros, caracolas y delfines,
sobre la arena blanda, entre la mar y el cielo,
aún trémula de gotas,
deslumbrada de sol y sonriendo.

Nos anuncias el reino de la vida,
el sueño de otra vida, más intensa y más libre,
sin deseo enconado como un remordimiento
-sin deseo de ti, sofisticada
bestezuela infantil, en quien coinciden
la directa belleza de la starlet
y la graciosa timidez del príncipe.

Aunque de pronto frunzas
la frente que atormenta un pensamiento
conmovedor y obtuso,
y volviendo hacia el mar tu rostro donde brilla
entre mojadas mechas rubias
la expresión melancólica de Antínoos,
oh bella indiferente,
por la playa camines como si no supieses
que te siguen los hombres y los perros,
los dioses y los ángeles
y los arcángeles,
los tronos, las abominaciones…

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Jaime Gil de Biedma

Nacido en Barcelona (1929-1990) proveniente de una familia de la burguesía castellana, pasó su vida entre su ciudad natal, la casa familiar en Nava de la Asunción (Segovia) y su casa de Ultramort (Baix Empordà). Tras sus estudios de Derecho en Barcelona y Salamanca, así como de Economía en Oxford, ingresó en la Compañía General de Tabacos de Filipinas, de la que sería secretario general. El poeta empezó su carrera con la publicación de dos plaquettes: 'Versos a Carlos Barral' (1952) y 'Según sentencia del tiempo' (1953). No fue sino hasta 1959, sin embargo, cuando dio a conocer su primer libro de poemas, 'Compañeros de viaje', al que seguirían 'Moralidades' (1966) y 'Poemas póstumos' (1968). En 1975 y bajo el título de 'Las personas del verbo', reunió la totalidad de su producción poética, que amplió ligeramente en una segunda y última edición de 1982. Producto de un esfuerzo por acercar el verso al ritmo del habla y del pensamiento, 'Las personas del verbo' fue una tentativa arriesgada, no solo por la dificultad que esta transformación del lenguaje poético suponía, sino también porque implicaba nadar contra la corriente de las modas del momento. El gran prestigio del que Gil de Biedma goza en la actualidad parecería confirmar que el esfuerzo no fue en vano. «Durante años he aspirado a ser un gran poeta», confesó Gil de Biedma en 1956, en una de las páginas de su diario. «¿Por qué no? Inteligencia, experiencia, sensibilidad, don verbal, curiosidad y pasión por el oficio…, todo eso tengo y, sobre todo, el súbito don de la contemplación de un ser o de una cosa, de penetración en un sentido que me sobrecoge igual que una emoción». Estas palabras resumen, en efecto, algunas de las cualidades literarias que le ayudaron a escribir los tres grandes libros en los que se asienta su fama: 'Las personas del verbo', 'El pie de la letra' y 'Retrato del artista'.

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