Gastón Carrasco Aguilar (Santiago, 1988). Escritor. Ha publicado Viewmaster (2011), El instante no es decisivo (2014), Monstruos marinos (2017), Luminarias (2020), Diario de Koro (2021) y Dos soledades (2023). También es co-autor del libro ¿Quién le teme a la poesía? (2019) y antologador de Cosas simples del poeta Joaquín Giannuzzi. Ha sido becario de la Fundación Neruda y de los Fondos del Libro del Ministerio de Cultura de Chile. Actualmente es editor de Banca de Helechos, además de realizar estudios posdoctorales sobre literatura, afectos y masculinidades.
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Al poner el ojo en el lente
Ahí estaban los muertos
esperando su oportunidad
para aparecer en mi memoria.
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Ese ½ segundo que tarda el obturador en dispararse
No sé si lo correcto sea hablar de memoria
tampoco historia, mucho menos con mayúsculas
mejor hablar de un lodazal y punto, cambio y fuera
la realidad esquiva viene y va, se bambolea
juega de modo inquieto, la fijamos
y se mueve, crea sombras, nos desenfoca
no quiere entrar en nuestro juego
y cuando lo hace nos fulmina
la ejecución en Saigón, ¿la recuerdas?
nos vuela la cara de un solo golpe
y el hombre de Tiannanmen contra los tanques, la resistencia
o Kim Puhc, la niña de Vietnam, el horror
aquí se acaba el juego
hay vida más allá de la técnica
un relato, y claro, hay belleza
los ojos de Sharbat Gula en la portada
de la National Geographic
tal vez es algo sórdido
pero Thich Quang Duc en llamas es hermoso.
¿Hay siquiera un adjetivo
que calce en la horma de esa imagen?
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Biblioteca Nacional
Un niño hace equilibrio en las escalinatas
la madre vende cuadernillos de poesía
cosidos con lana roja.
Las rejas clausuradas hasta nuevo aviso
las mayúsculas BN envueltas en sus arabescos.
«La poesía está en la Klle», dice el lienzo
que ondea sobre gente que espera.
Caravanas y semillas se desplazan
impresión de cardumen
pañoletas y cámaras cuelgan de los cuellos.
Las primeras fumarolas de la tarde
saludan al cielo.
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Archivo Nacional
Colgados como jazmines
calateas o trompetas chinas
los chalecos salvavidas
de refugiados de guerra
dispuestos por Ai Weiwei
en el Archivo Nacional.
Parecían boyas en la noche
reflectaban a las pocas
luminarias aún en pie.
Estamos cansados, hundidos
mi cabeza hinchada, como escafandra
intentando respirar en medio
de la bruma lacrimógena.
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Apagón
Se corta la luz y evoco a hombres
durmiendo en los árboles
presas del temor, inútiles ante la noche.
Ese tiempo muerto: representación
de nuestro miedo ancestral a la oscuridad.
Los sentidos se agudizan
en busca de peligros potenciales.
La noche es una pantera
que lustra el paisaje.
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