Poeta argentino, destacó también por su labor como diplomático y sus colaboraciones con el mundo del periodismo. A continuación reproduzco 5 poemas de Francisco Luis Bernárdez.
El destello
Aunque el cielo no tenga ni una estrella
y en la tierra no quede casi nada,
si un destello fugaz queda de aquella
que fue maravillosa llamarada,
me bastará el fervor con que destella,
a pesar de su luz medio apagada,
para encontrar la suspirada huella
que conduce a la vida suspirada.
Guiado por la luz que inmortaliza,
desandaré mi noche y mi ceniza
por el camino que una vez perdí,
hasta volver a ser, en este mundo
devuelto al corazón en un segundo,
el fuego que soñé, la luz que fui.
La ciudad sin Laura
En la ciudad callada y sola mi voz despierta una
profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un
nombre y este nombre me acompaña.
La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz
enamorada.
No puede haber nada tan fuerte como una voz
cuando esa voz es la del alma.
En el sonido con que suena siento el sonido de
una música lejana.
Y en la energía remota que la mueve siento el calor de
una remota llamarada.
Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera
que eterniza lo que abrasa.
Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera
que eterniza lo que abrasa.
Para poblar este desierto me basta y sobra con
decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio para poblar este
desierto es el de Laura.
Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer
las ilumina.
Porque este nombre las arranca de las tinieblas en
que estaban sumergidas.
Una por una recuperan su resplandor espiritual y
resucitan.
Una por una se levantan con el candor y la belleza
que teman.
La obscuridad desaparece mientras el sueño silencioso
se disipa.
Por este nombre de los nombres hasta la muerte sin
palabras tiene vida.
Ya no resuena entre las cosas el gran torrente de las
noches y los días.
El tiempo calla y se detiene para escuchar esta perfecta
melodía.
Mi vida entera permanece porque este nombre que
recuerdo no me olvida.
Porque este nombre me sostiene con emoción desde su
tierna lejanía.
Cuando mi boca lo ignoraba, la soledad era más honda
que el silencio.
Cuando mi boca estaba muda, mi corazón era invisible
como el viento.
Se conocía que vivía por la canción que lo tenía
prisionero.
Pero vivía en otro mundo; para las cosas de este mundo
estaba muerto.
Le pesadumbre de las horas era mas íntima que nunca
en aquel tiempo.
Porque las noches eran largas; porque los días de las noches
eran lentos.
La tierra estaba más obscura porque faltaban las estrellas
en el cielo.
El manantial de donde brota la luz que alumbra el corazón
estaba seco.
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio
en el desierto?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña
desde lejos?
Lejos está la dulce causa del corazón, de la cabeza y de la mano.
Pero su ausencia es la del río, que con la fuente que lo llora
vive atado.
Nunca he sentido como ahora la vecindad de la mujer que estoy
cantando.
Cuando el amor está presente no puede haber nada escondido
ni lejano.
La luz del fuego que me alumbra ¿no es la que alumbra el corazón
del ser amado?
La llamarada que me quema ¿no es la del fuego en que se quema
sin descanso?
Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden
separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto
del espacio.
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va
borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni
sobresalto.
Amor antiguo
Amor antiguo, cuya sombra empaña
Mi cariñosa propensión de ahora,
Eres como una sombra de montaña
Sobre el encendimiento de la aurora.
Amor antiguo, cuya pesadumbre
Traba la agilidad de mi alegría,
Eres la tiranía de la cumbre
Contra la libertad del mediodía.
Amor antiguo, cuya voz sofoca
La nueva vocecita del cariño,
Eres palabra de proyecta boca
En una boca inédita de niño.
Amor antiguo, cuyo sentimiento
Hace caber el mundo en nuestro llanto,
Eres el alma convertida en viento
Y eres el viento convertido en canto.
Amor antiguo, cuya remembranza
Cada amorosa perspectiva cierra,
Eres esa emoción que sólo alcanza
Quien se acuerda del mar desde la tierra.
La palabra
En cada ser, en cada cosa, en cada
palpitación, en cada voz que siento
espero que me sea revelada
esa palabra de que estoy sediento.
Aguardo a que la diga el firmamento,
pero su boca inmensa está callada;
la busco por el mar y por el viento,
pero el viento y el mar no dicen nada.
Hasta los picos de los ruiseñores
y las puertas cerradas de las flores
me niegan lo que quiero conocer.
Solo en mi corazón oigo un sonido
que acaso tenga un vago parecido
con lo que esa palabra puede ser.
Soneto interior
Aquí donde la tierra es menos tierra,
donde el agua es el agua del olvido,
donde el aire es un aire sin sonido
y donde el fuego ya no mueve guerra;
Aquí donde la tierra se destierra,
donde el agua carece de sentido,
donde el aire prefiere estar dormido
y donde el fuego su pasión encierra;
el hombre de mirada pensativa
substituye las cosas de su casa;
la tierra, con su carne fugitiva,
el aire, con el aire de su aliento,
el agua, con su propio sentimiento,
el fuego, con el fuego que lo abrasa.
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