Hijo del poeta modernista Eduardo de Ory, recorrió su caminó lírico en las filas de la vanguardia. A continuación, puedes leer 5 poemas de Carlos Edmundo de Ory.
Dame
Dame algo más que silencio o dulzura
Algo que tengas y no sepas
No quiero regalos exquisitos
Dame una piedra
No te quedes quieto mirándome
como si quisieras decirme
que hay demasiadas cosas mudas
debajo de lo que se dice
Dame algo lento y delgado
como un cuchillo por la espalda
Y si no tienes nada que darme
¡dame todo lo que te falta!
A ti la que me inspira obedezco y deseo
A ti la que me inspira obedezco y deseo
a tu invisible huir y tu errante venir
hacia la honda cuna del ritmo tú me llamas
trayéndome la concha de la profundidad.
Son sin fin son sin fin los diluvios caídos
corazones que a tiempo probaron su fragancia
aquí están todavía las palabras perdidas
y yo compongo un verso de saber y perdón.
Amo a una mujer de larga cabellera
Amo a una mujer de larga cabellera
como en un lago me hundo en su rostro suave
en su vientre mi frente boga con lentitud
palpo muerdo acaricio volúmenes sedosos
Registro cavidades me esponjo de su zumo
mujer pantano mío araña tenebrosa
laberinto infinito tambor palacio extraño
eres mi hermana única de olvido y abandono
tus pechos y tus nalgas de dobles montes gemelos
me brindan la blancura de paloma gigante
el amor que nos damos es de noche en la noche
en rotundas crudezas la cama nos reúne
se levantan columnas de olor y de respiros
Trituro masco sorbo me despeño
el deseo florece entre tumbas abiertas
tumbas de besos bocas o moluscos
estoy volando enfermo de venenos
reinando en tus membranas errante y enviciado
nada termina nada empieza todo es triunfo
de la ternura custodiada de silencio
El pensamiento ha huido de nosotros
Se juntan nuestras manos como piedras felices
Está la mente quieta como inmóvil palmípedo
las horas se derriten los minutos se agotan
no existe nada más que agonía y placer
Placer tu cara no habla sino que va a caballo
sobre un mundo de nubes en la cueva del ser
Somos mudos no estamos en la vida ridícula
Hemos llegado a ser terribles y divinos
Fabricantes secretos de miel en abundancia
Se oyen los gemidos de la carne incansable
En un instante oí la mitad de mi nombre
saliendo repentino e tus dientes unidos
En la luz puede ver la expresión de tu faz
que parecías otra mujer en aquel éxtasis
La oscuridad me pone furioso no te veo
No encuentro tu cabeza y no sé lo que toco
Cuatro manos se van con sus dueño dormidos
y lejos de ellas vagan también los cuatro pies
Ya no hay dueños no hay más que suspenso y vacío
El barco del placer encalla en alta mar
¿Dónde estás? ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Quién eres?
Para siempre abandono este interrogatorio
Ebrio hechizado loco a las puertas del morbo
grandiosa la pasión espero el turno fálico
De nuevo en una habitación estamos juntos
Desnudos estupendos cómplices de la Muerte.
Liras
Lo delicado bala
continuamente dulce sin sentido
con la expresión de ala
por los aires metido
bala lo delicado del olvido
Ya se hace nube o ave
ya lía en el vacío su lamento
describiendo una suave
línea de movimiento
la oveja vieja maniata al viento
Un órgano celeste
en el silencio reina sin medida
un cielo chico es este
pabellón sin salida
donde laten las sombras de la vida
El inefable asilo
de la nada reprime la hermosura
que depende de un hilo
de la inmortal costura
para un vestido que tan poco dura
La fuelle luz opresa
de los dos ojos diurnos juega sola
los ojos en la mesa
blanquísima de la ola
del día que en sus párpados inmola
Crece una llama lenta
un prodigioso nombre débil cunde
y el eco se frecuenta
horrísono y se funde
en la llama que crece y que se hunde
Oh la ilusión el halo
divino de las cosas el humoso
cansancio el triste y malo
sueño furtivo el poso
lento que deja el peso del reposo
Madrid, 1945
Los amantes
Como estatuas de lluvia con los nervios azules
secretos en sus leyes de llaves que abren túneles
sucios de fuego y de cansancio reyes
han guardado sus gritos ya no más
Cada uno en el otro engacelados
de noches tiernas en atroz gimnasio
viven actos de baile horizontal
no caminan de noche ya no más
Se rigen de deseo y no se hablan
y no se escriben cartas nada dicen
juntos se alejan y huyen juntos juntos
Ojos y pies dos cuerpos negros llagan
fosforescentes olas animales
se ponen a dormir y ya no más.
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