Darío Jaramillo Agudelo nació en Santa Rosa de Osos (Antioquia, Colombia) en 1947. Ha publicado los libros de poesía Historias (1974), Tratado de retórica (1978), Poemas de amor (1986), Del ojo a la lengua (1995), Cantar por cantar (2001), Gatos (2005), Cuadernos de música (2008), Solo el azar (2011) y El cuerpo y otra cosa (2016).
Zenda comparte cinco poemas del libro.
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I
Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio,
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.
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II
Podría perfectamente suprimirte de mi vida,
no contestar tus llamadas, no abrirte la puerta de la casa,
no pensarte, no desearte,
no buscarte en ningún lugar común y no volver a verte,
circular por calles por donde sé que no pasas,
eliminar de mi memoria cada instante que hemos compartido,
cada recuerdo de tu recuerdo,
olvidar tu cara hasta ser capaz de no reconocerte,
responder con evasivas cuando me pregunten por ti
y hacer como si no hubieras existido nunca.
Pero te amo.
***
IX
No soy feliz y, sin embargo, bastas.
RENÉ CHAR
Eufórico y desconcertado, peligrosamente alegre para estos grises tiempos,
dejo mi palabra sobre el sonido de la luz, sobre el agua rumorosa del amor y de la carne:
aquí queda, en esta noche ya sin ruidos, el sudor único de dos pieles que son un solo cuerpo;
duermes al lado y yo te miro para asegurarme de que existes y veo el azafrán de la luna desleído en tu pelo.
Solamente oigo tu respiración pausada, ese aire que me justifica y me exalta;
eres el misterio exacto que me da claridad, el signo diáfano, la magia que me nutre,
en tu sosegado reposo le das sentido al mundo:
tus labios de rojo vino alborozado se entreabren para recibir el ángel quieto del sueño
y yo me embriago con tu sueño mientras tus ojos recogen una cosecha de soles y de pájaros;
de ti me alimento, de la tenue sombra de tu cuerpo que ahora me besa
y que expulsa de mi corazón todo el asco acumulado y lo apacigua y lo llena de música;
esto es la vida: saber que existes y que te amo.
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XII
Todo tuyo siempre todavía.
Tuyo todo por siempre hasta hoy y luego,
tuyo siempre porque para ser lo necesito,
siempre todo tuyo,
siempre aunque siempre nunca sea,
todo íntegro tuyo siempre y hasta ahora
más el próximo nuevo instante cada vez.
Con todo el tiempo del mundo a nuestro alcance,
todo el tiempo del mundo que es igual a la próxima noche,
todo tuyo siempre todavía.
Seguro de sobrevivir mañana tuyo,
siempre tuyo desde hoy en cada mañana de mañana.
Enamorado de ti, siempre y ahora, sin recuerdos,
en presente siempre amándote,
eternamente tuyo,
todo tuyo siempre todavía.
***
XIII
Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
esta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original —contigo mismo—.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.
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Autor: Darío Jaramillo Agudelo. Título: Poemas de amor. Editorial: Visor. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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