«Los astronautas de verdad no regresan a casa, escribe Rafael Muñoz Zayas, es un texto que funciona como una balada precipitada sobre el vacío, una reflexión íntima y cargada de sensualidad en torno a la soledad y al desarraigo personal transportado a los máximos que confiere el universo planetario, además de instituirse, en lo formal, como una fuente inagotable de imágenes en la que el mundo del autor dialoga con el cosmos. Desde los libros de Flaubert a pájaros y animales de hielo. Un imaginario autónomo, compuesto a partir de veinte poemas, que redundan en el sentido de obra y de suma que guía desde sus comienzos el trabajo del poeta y que da continuidad a sus presupuestos poéticos enunciados en diferentes textos. Todo creador tiene una voz, un canto, un canon y un impulso de creación. La voz se encarna en su momento histórico, el canto debe ser reflejo del mundo que se vive pero no despojado de su tradición, el canon una búsqueda constante que nos permita seguir siendo transmisores puros de la palabra inmaterial y eterna y, por último, un impulso creador nacido de una doble exposición al fenómeno poético que crea y que a su vez contempla».
Rafael Muñoz Zayas (Panamá, 1972) es poeta y narrador y ha publicado cuatro libros de poemas, además de relatos y una novela, habiendo obtenido importantes premios. Parte de su poesía ha sido traducida al inglés, francés, árabe, polaco, alemán y serbocroata. Ha codirigido la colección de poesía No+papel y ha participado en numerosos encuentros literarios en todo el mundo. www.lacabinadecombate.com
Zenda publica tres poemas de su último libro, Los astronautas de verdad no regresan a casa (Pre-Textos).
1
Canción incierta para una mañana de cumpleaños
Todo será pavor, sueños tristes de Flaubert
una mañana sin éxtasis ni flores nuevas
ni manos entintadas desde el amanecer
extinguiendo un oficio de paleontólogos
y sí niñas nombrando el cuerpo humano
—nose, fingers, eye, ears, toes, chest-
mientras el mundo cae por un embudo
y construyo un amor con piezas de lego
pero todo será pavor y sueños tristes
el aire viciado de una mujer
entonando a lo lejos un aria de Verdi
y todo será donde el aire no corre
donde el sol no termina
y cada carretera será un peso
que sostener en cada brazo
al final de la clase
y todo será pavor
todo sueños tristes de Flaubert
mientras fuera
la lluvia persiste
la lluvia que ha venido para devorarnos
que cae sobre ti
para difuminarte
y cae
incansable
sorda
lejana
2
El verdadero mal (de nuevo)
Eres el mal sobre todas las cosas
el día cuando la noche acaba
una cruz invertida en la casa del padre
eres el río que agota su condición de río
y se da al mar y lo endulza y lo deseca
eres el mal sobre todas las cosas
la que ahuyenta las gallinas
en la noche de san Lázaro
la que siembra los campos
con una muerte dulce
que enloquece a los hombres
pero así es el mal
la ironía del mundo
lo que vuelve al corazón
un kilo de nieve.
3
hablamos (versión extendida)
(los astronautas de verdad no regresan a casa)
el coche está sucio y huele a colillas
y el suelo, tan lleno de barro,
que a veces creo
que no podré pisar el freno
cuando tomemos una curva
más cerrada de la cuenta
aunque no tengo prisa
y no llego a tener muy claro
si es que importa que lleguemos a algún destino
el viaje se ha hecho largo
los cristales empañados no han dejado
finalmente ver el paisaje
en algún momento hemos parado
para ver un castillo y un puente abandonado
y más tarde hemos caminado muy despacio
por una ciudad pequeña
y después de almorzar
en un restaurante vacío
unas truchas rellenas asalmonadas
y dos botellas de vino blanco
—Chardonnay—
hemos decidido
regresar a casa
no ha habido una palabra
más alta que otra:
todo ordenado
todo perfectamente civilizado
las personas educadas
son capaces de odiarse
sin nada que lo demuestre
podríamos decir que a veces
reside en cada gesto contrariado
en cada palabra no dicha
un resto de cariño agridulce
es la pólvora invisible
en las manos del asesino
pero hablamos mientras conduzco
y el coche avanza como una planeadora por el Estrecho
y la carretera se escora como un barco a punto de hundirse
y el bosque está rizado de marejada
y manojos de flores en los arcenes
recuerdan donde habitan los aparecidos
que se asoman en las noches de tormenta
para asustar a gente perdida
gente perdida como nosotros
de vez en cuando veo
unos ojitos brillantes
que nos acechan
y no puedo evitar sonreírme
mientras pienso en cuando éramos niños
y nos daba miedo lo desconocido
— ya no
me dices
— ahora queremos mover las cortinas
ver qué se esconde tras ese miedo
hoy,
los dos lo sabemos,
lo que nos deja paralizados
es saber del vacío bajo la cómoda
del espacio muerto junto a la ventana
parece que los espejos devuelven una imagen
que no es ya la nuestra
y nos quedamos en silencio
la lluvia
ha desdibujado el futuro gota a gota
hasta hacerlo nada
y el pasado en el cristal trasero
es un limpiaparabrisas roto
incapaz de desplazar al agua sucia
por una superficie cada vez más oscura
y parece que a medida que nos acercamos
a una casa que se desmorona
cae con más intensidad
agua
agua rabiosamente turbia
agua que es pura zozobra
agua que no podrá hacer
que empecemos de nuevo.
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Autor: Rafael Muñoz Zayas. Título: Los astronautas de verdad no regresan a casa. Editorial: Pretextos. Venta: Amazon
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