Hoy no se hacen secuelas, se crean universos. Y el de Taylor Sheridan, que muchos espectadores españoles están descubriendo con el desembarco de SkyShowtime, es tan propio y emancipado como los cowboys que lo pueblan. Tras la miniserie 1883, el guionista de Sicario y Comanchería sigue explorando el Oeste americano y el árbol genealógico de la familia Dutton en 1923, cuya primera temporada tendrá continuidad en una segunda y última que cerrará este segundo ciclo cronológico.
Los Dutton ahora son una menguada familia que, tras diversos sucesos, va a ver su situación todavía más comprometida. Y ojo, porque en el rancho narrativo de Sheridan ningún actor ha venido para quedarse. El riesgo es constante en el exuberante paisaje de Montana.
¿Es una precuela de Yellowstone o esta última es secuela de las demás? 1923 llama la atención por el montón de carisma que se acumula en el póster y esa es toda la respuesta que algunos necesitamos. La apuesta es clara por disputarle a la gran pantalla dos astros veteranos en una serie con unos valores de producción apabullantes. Ford sigue murmurando sus frases y demostrando que no hay nadie como él para azuzar sentimientos (suyo es el momento más tenso de la serie) y Mirren redefine la noción de carisma sin necesidad de ajustarse el vestido al cuerpo. Sheridan se vale de ellos y sigue a lo suyo, abundando en su admirable proyecto de construir el folletín más lujoso y ambicioso en décadas de audiovisual americano dando continuidad a eso a lo que la gran pantalla parece haber renunciado: el magnetismo de las estrellas de Hollywood.
La gran sorpresa de 1923 son, sin embargo, dos recién llegados como Brandon Sklenar y Julia Schaepfer, una pareja con todo en contra a los que Sheridan concede su propia Memorias de África… hasta que llega la hora de moverse hacia delante. Del drama romántico a las aventuras marítimas, el erotismo de los dos intérpretes (y el humor de ella) demuestra la capacidad de la serie para construir personajes carismáticos y refrescantes sin ninguna intención de pedir perdón por exhibir su masculinidad, atractivo o carisma.
1923 es una modulación del tono duro y poético de 1883 hacia el culebrón. A diferencia de esta última, está fragmentada en tres subtramas que buscan confluir, por lo que el interés y el tono oscila como el de una serie más convencional. Si la que protagonizan Ford y Mirren resulta excelente y la de Sklenar y Schaepfer refresca el universo del filme con guiños al drama romántico, la de la nativa Aminah Nieves busca su propia firma pero cae en un efectismo y oscuridad excesivas. La narración en off, que vuelve a recaer en la fascinante voz de Isabel May, no resulta tan evocadora como en 1883. Lo que ganamos a cambio es un gran melodrama aventurero y romántico con espléndidos paisajes y una excelente fusión de género del western con la noción de serie histórica tradicional.
Tradicional, pero también subversiva, por su absoluta indiferencia por la corrección política y respeto a la inteligencia del espectador: en 1923 los personajes se mueven por pulsiones humanas y códigos anacrónicos que en su contexto adquieren, sin embargo, todo su significado y lógica, y solo por esto merece la pena el viaje. Quizá no sea una serie redonda, pero es apasionante, y eso es todavía mejor.
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