Dotada de un aliento mítico y poético muy poco habitual en la ficción televisiva (y también en el ámbito puramente cinematográfico) la serie 1883 se convierte con facilidad en unas de las series de la temporada y en la nueva plataforma que la sustenta, SkyShowtime. Creada por Taylor Sheridan como precuela de su mítica Yellowstone, les decimos desde ya que la protagonizada por unos excelentes Sam Elliot y Tim McGraw es un western, western. Un western de verdad.
Estamos ante un relato de frontera capaz de aunar la construcción del mito, el idealismo y el romanticismo de una historia del Oeste clásica con la tragedia cruda y sucia de una revisión desencantada del mismo. El relato en off de una arrebatadora Isabel May, a quien habría que escuchar en versión original, aporta el toque lírico y hasta literario; un poético contrapeso a los avatares de la caravana de peregrinos de Texas a Montana, esqueleto argumental que Sheridan expone con paciencia, pulcritud y una crudeza pasmosa.
Quizá haya, por eso mismo, que valorar 1883 como una excelente serie histórica, plenamente asentada eso sí en las claves de un género definido, el western. Épica y sucia, la serie pone un importante ladrillo más en la construcción del denominado «Sheridanverse», en tanto los personajes de Tim McGraw y Faith Hill (pareja en la vida real y la ficción) son los antecesores de la familia Dutton que más tarde encarnarán Kevin Costner y compañía en Yellowstone. Isabel May, por cierto, sigue ejerciendo la labor de narradora en el puente entre ambas ficciones, 1923 (también disponible en la plataforma).
1883 es una serie abundante y generosa. Es heroica pero de una forma poco complaciente. La excelente fotografía y la partitura de Bryan Tyler (quizá lo mejor que haya compuesto) se imprimen en la mirada y los oídos. Los cameos de estrellas como Tom Hanks y Billy Bob Thornton (este último en un episodio a lo Sin perdón absolutamente memorable) otorgan un plus de lujo e interés a una producción de un paisajismo ejemplar.
Antes asegurábamos que 1883 es una serie muy lejos de la ética y estética general de los productos destinados al consumo seriéfilo. Sus diálogos adoptan un tono elegíaco que puede cargar, pero que en verdad resulta conmovedor. La manera de recitarlo de su excelente reparto aleja la serie del clásico relleno para prolongar y sobreexplicar las relaciones personales de sus protagonistas. Cada momento de 1883 está preñado de amor e intensidad. Y Sheridan redondea un producto alejado de la corrección política y los requerimientos actuales. Excelente, sin más.
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