Sergio García Clemente es un aforista nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1974. Ha publicado poemas y aforismos en diversas revistas digitales, entre ellas El Aforista. En 2013 obtuvo el I Premio Internacional José Bergamín de Aforismos por la obra Dar que pensar (Cuadernos del Vigía, 2014). Ha sido incluido en las antologías Aforismos contantes y sonantes (Letras Cascabeleras, 2016), Verdad y media (La Isla de Siltolá, 2017) y Concisos (Cuadernos del Laberinto, 2017). El mismo año publicó su segundo libro de aforismos, Mirar de reojo, también en Cuadernos del Vigía. Es uno de los autores más destacados en el ámbito aforístico, gracias a su tono contenido, su mirada lúcida y la ternura de su perspectiva respecto a lo humano, heredera de la gran tradición moralista francesa.
El silencio también puede ser una trinchera.
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Sólo soy un cadáver distraído.
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Algunas tablas están tan podridas que es preferible seguir naufragando.
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Se mató para quitarse el muerto de encima.
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Lo que le angustia no es saber quién es, sino descubrir un día lo que ha sido.
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El conocimiento nos va conduciendo a una sabia ignorancia.
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Vivimos arrodillados porque nos da vértigo ponernos de pie.
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Los atajos nos privan de la belleza del camino.
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Cuando un imbécil te da la espalda te ofrece su mejor cara.
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Reírse de uno mismo es sano, siempre que no concurra ensañamiento.
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Las ideologías son el sudario de las ideas.
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Un buen objetivo en la vida es no llegar a ser alguien.
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Bajo las faldas de la utopía se envalentonan muchos hipócritas.
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Perder la capacidad de admirar es un síntoma claro de envejecimiento.
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Primer mandamiento: que nuestra farsa haga el menor daño posible.
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